La culpa es un sentimiento que todos experimentamos a lo largo de nuestra vida. Para conocerlo, charlamos con el profesor Nemrod Carrasco, que nos explica que no nacemos con ella, "sino que nos la inculcan". Por ello, debemos dejar de pensar que en todos los problemas habrá algún culpable.
Nos han enseñado a utilizar la culpa de forma muy diversa. Carrasco nos trae el ejemplo de Napoleón, que consideraba que si querías dominar la voluntad de alguien, debías hacerle sentir culpable. "También lo utilizamos como mecanismo disculpatorio, para que el otro se sienta mal o como forma de reconciliación.
El problema con la culpa es que surge en momentos en los que no deberíamos: "Un ejemplo es cuando un amigo te invita a cenar a su casa. Al acabar, tú te sientes obligado a decirle de ir a la tuya la próxima vez, ya que nos sentimos en deuda". Apunta que Nietzsche indicaba que "la culpa y la deuda siempre van relacionadas".
La culpa es una deuda impagable
Por lo general, necesitamos "un haber para compensar el deber", aunque esto no ocurre con el remordimiento, teniendo en cuenta que con la culpa es distinto: "La culpa vuelve como si se tratase de una deuda que no se puede solucionar. Parece que nos encadenemos a una deuda impagable".
Nietzsche manifestaba que, además, hay una tendencia a inculpar a los demás de las propias desgracias, es decir, que la culpa siempre es del otro. Carrasco aclara que "esto alimenta el propio narcisismo y la inmovilidad, ya que pretendemos que cambie la otra persona y no nosotros". Otro elemento que la culpa se relaciona con la capacidad de olvidar porque la persona resentida tiene una memoria que nunca se olvida.
No inculpar a los demás de las propias desgracias
Como solución, el filósofo declara que tenemos que dejar de darnos tanta importancia y "no sentirnos como si fuéramos el centro del universo". Esto nos permitirá conocernos mejor a nosotros mismos.
