Hablamos con la psicóloga feminista, Anna Freixas, quien ha escrito un libro que está dando mucho de que hablar: "Yo vieja. Apuntes de supervivencia para seres libres", cuyo prólogo ha sido escrito por la ex alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena.
"Este es un recorrido por los derechos humanos en la vejez y, concretamente, por los derechos de las mujeres, sintetizados en tres principios que a Anna Freixas le parecen fundamentales en la edad mayor: la libertad, la justicia y la dignidad", resume la sinopsis de "Yo vieja".
En el libro, Freixas utiliza los términos: viejas, viejales, pioneras, veteranas… Un surtido de palabras que tratan de normalizar el estado de la vida que supone la vejez. "Llamarle a alguien vieja o viejo, ha sido siempre un tratamiento despectivo. Es curioso utilizar este término como insulto porque es algo que está en nuestro ser y que nos llega a todos", ha recordado la psicóloga.
En su intervención, la catalana ha asumido que no es lo mismo envejecer siendo hombre que mujer: "La historia patriarcal ha configurado una ley del embudo en el que las mujeres de generaciones anteriores no han tenido los mismos privilegios que ellos".
En este hilo marcado por el patriarcado, Freixas ha destacado que los hombres mayores se relacionan mejor con sus cuerpos que las del sexo opuesto: "El mandato de la belleza atormenta a las mujeres desde que son pequeñas. El problema de la relación con nuestros cuerpos es una cuestión cultural".
"El mandato cultural de la belleza es imposible porque tiene dos elementos: La juventud y la delgadez", ha afirmado Anna.
"A medida que te haces mayor, no puedes ser joven y viejo al mismo tiempo. Mientras, el tema de la delgadez, en una cultura como la nuestra donde la educación femenina es estética y estática, llegamos a una edad adulta donde, después de la menopausia, relacionarte con tu cuerpo es una dificultad. Estos dos requisitos son terribles para la edad mayor", ha proseguido Freixas.
En su nuevo proyecto, Anna Freixas reivindica cosas tan importantes como desdramatizar usar un bastón o un aparato auditivo: "Recurre a las ayudas que necesites", ha insistido.
La vejez en residencias de mayores
"Hay que partir de la base de que la mayoría de personas prefieren vivir en casa y eso quiere decir que hay que adaptar los hogares a las necesidades de los mayores. Por otra parte, las hijas y los hijos deben colaborar ya que ellos fueron atendidos en su momento. Es lógico que cuiden a sus padres", ha dicho rotundamente la psicóloga.
En el caso de que uno no pueda residir en casa, Anna apuesta por las residencia públicas: "Las residencias deben existir y no deben ser objeto de negocio para nadie. Hay que replantear el modelo del cuidado y dignificar el trabajo de los cuidadores", ha defendido.