Héctor Salvador Fouz es el español que se ha sumergido a una mayor profundidad: hace 3 años, este ingeniero aeronáutico descendió hasta el abismo de la Sirena, en la fosa de las Marianas. Cerca 11 kilómetros de agua ejercieron su presión sobre el diminuto submarino con el que Fouz y su compañero se aventuraron hasta el abismo marino.
Por esta y otras muchas expediciones, Salvador ha recibido el premio de la sociedad geográfica española, que reconoce el trabajo y la contribución de exploradores y científicos relacionados que han contribuido a expandir nuestro conocimiento sobre la Tierra.
Un 70% de nuestro planeta que desconocemos
Salvador, sin embargo, ha explicado a Julia Otero que de pequeño él quería ser astronauta, pues pensaba que la última frontera se encontraba en los cielos: "A mí lo que me gustaba era la exploración", ha afirmado el ingeniero, que reparó pronto en que el mar cubre "un 70% del planeta que no conocemos".
"Es espectacular pensar que en el siglo XXI todavía queda todo esto por descubrir", ha afirmado Salvador, que ha cartografiado numerosas simas y cordilleras submarinas en las que nadie había reparado: "Una vez que bajas de los primeros 100 metros, eres la primera persona en ver todo eso", ha afirmado el ingeniero.
A pesar de decantarse por la ingeniería aeroespacial, Salvador ha reconocido que estudiar no le entusiasmaba y que ya en sus tiempos de estudiante quería pasar a la acción.
Antes de licenciarse, Salvador consiguió ya participar en numerosos proyectos de investigación y exploración, que le han permitido formar parte de una élite de pilotos de submarinos.
Accidentes letales bajo el mar
"Somos una comunidad muy pequeñita", ha declarado el explorador, que eleva a 15 el número de pilotos capaces de realizar las inmersiones que él lleva a cabo. Entre ellos, se encuentran los pilotos del submarino Titan, que sufrió un accidente fatal en una inmersión en busca del Titanic.
Salvador reconoce la peligrosidad de su tarea, y de como cualquier fallo a determinadas profundidades es letal: "Cuando bajas a estas profundidades tan extremas sabemos que si algo sale mal no vamos a ser conscientes", ha explicado el piloto.
En su entrevista con Julia Otero, Salvador ha explicado como la inmersión del batiscafo - nombre técnico del vehículo- en la fosa de las Marianas llevó más de 4 y horas y media: "Vas bajando y vas escuchando el metal crujir", ha descrito el piloto, que afirma que después de tres minutos de descenso en el mar la oscuridad ya es total.
Una relación especial con el mar
"Si estoy vivo aquí es gracias a este vehículo", ha afirmado Salvador, que ha descrito como diseñar, construir y pilotar estos vehículos le lleva a establecer una relación muy personal con ellos: "De repente empiezas a tomar perspectiva de lo que son 11 kilómetros de agua con una esfera de metro y medio con dos personas metidas dentro", ha explicado.
Sin embargo, y a pesar de no definirse como una persona muy religiosa, Salvador sintió una conexión con el mar cuando descendió a esa profundidad: "Cuando llegas a este punto del mar te das cuenta que al final el mar es un ente más de este planeta", ha descrito el ingeniero, que considera que cualquier persona que trabaja en la mar la acaba entendiendo como un ser vivo.
A pesar de la presión, el científico ha explicado la sorprendente cantidad de vida que ha podido contemplar en el lecho marino: "Es muy conmovedor ver que haya tanta vida en un sitio tan hostil y tan extremo de nuestro planeta", explica Salvador al referirse a los crustáceos y a las anémonas que encuentra en el fondo de los océanos.