La higiene es una conquista reciente. Si viajáramos a cualquier época pasada seguramente sería insoportable el olor corporal de la gente para nuestro estándar actual. La escritora Alejandra Hernández ha tratado este tema en su libro 'Esta historia apesta' en el que se adentra en el mundo de personajes históricos y revela casos como el de Juana de Castilla que tenía un olor tan fuerte que pensaban que la había poseído el demonio.
"Es algo que siempre me ha interesado desde que empecé en la divulgación. La mierda merece un tono más jocoso y este libro nos ayuda a entender mejor a nuestros antepasados y su contexto" y esa es la clave, el contexto. Por eso el prólogo del libro trata de abrir la mente del lector "porque es impactante lo poco que guardaban la higiene", asegura Alejandra.
Los más limpios de la historia eran los egipcios que usaban un ungüento de hierbas, señala la autora pero en cambio a nivel urbano eran un desastre. El tema del agua va lo practicaban los egipcios y lo utilizaban de combustible, "economía circular ante todo", bromea.
Los romanos tenían letrinas colectivas. Iban a hacer de vientre en grupo. Compartían ese espacio y momento 10 ó 12 personas. "Era una solución práctica para que la gente no ensuciara las calles y aprovechaban para ponerse al día hablando con sus vecinos. Estaban destinadas a las clases medias bajas". Uno de los principales problemas de higiene es que compartían la esponja. Si una persona tenía bacterias intestinales, se transmitían a los siguientes.
En el libro también se habla de la orina que desde el antiguo Egipto se ha usado incluso para colutorio o para regar los campos de trigo e incluso para saber si una mujer estaba embarazada. Orinaban en unos saquitos con semillas y si germinaban significaba que la mujer estaba embarazada.
En el siglo XVI y XVII se produce el punto álgido de falta de higiene. Los baños se dejan de lado y más si son con agua caliente que abría los poros y las creencias decían que podía entrar malos espíritus. En el siglo XVIII hay epidemias y en aquellos momentos los muertos se enterraban muy superficialmente en las iglesias. Carlos III decide sacar los cementerios extra muros pero pasaron años hasta que se construyeron.
En otras épocas los piojos afectaron a todo el mundo. No entendían de clases. Hay miles de leyendas de personalidades de España que incluso murieron por piojos. Es exagerado pero algún monarca se inyectó mercurio para acabar con los piojos y eso sí que terminó con su vida.
El libro muestra una historia completa a través de las medidas de higiene de nuestros antepasados con multitud de anécdotas y chismorreos que nos harán llevarnos las manos a la cabeza si lo miramos con los ojos de la actualidad.