Con la llegada de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, recuperamos algunos de los casos más emblemáticos de infraestructuras que se construyeron explícitamente para ello y ahora mismo están en desuso a pesar de las altas inversiones que se hicieron. Para analizarlo, charlamos con nuestro arquitecto de cabecera, David García y el arquitecto Alfonso Cano, experto en urbanismo, que nos explican que "se deben aprovechar estas inversiones en resolver problemas existentes, como el caso de Barcelona".
Si echamos una vista atrás, nos fijamos en Río 2016, cuyas construcciones olímpicas están abandonadas o no se mantienen correctamente. O Londres 2012, donde las infraestructuras se financiaron con dinero público y los beneficios acabaron en manos privadas. Seguimos con Pekín 2008, que tuvieron suerte porque se pudieron reaprovechar para los futuros JJOO de invierno de 2022 y terminamos con Atenas 2004, lugar en el que la deuda pública se disparó porque nadie quiso hacerse responsable y ahora mismo están polvorientos y semiderruidos.
Madrid y la ilusión de acoger unos JJOO
Los expertos aseguran que "debe servir de escaparate de la ciudad", por lo que se deben detectar los problemas existentes y que esto sirva de ayuda para los promotores privados.
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Madrid es uno de los casos más emblemáticos porque insisten en acoger unos JJOO, pero los arquitectos apuntan que no tiene sentido porque "su urbanismo ya está cerrado y no hay oportunidades de mejora claras". En este sentido, señalan que las nuevas construcciones deben "ajustarse a la realidad para que el gasto sea aceptable".