Hay disidencias notables como la de Gaspar Llamazares, pero incluso en su territorio, en Asturias, ha ganado el sí aunque con menos contundencia que en otras comunidades. En Cataluña por ejemplo el apoyo ha sido masivo, el 95%, cosa lógica si pensamos que ya fueron coaligados en las fallidas elecciones de diciembre.
Están por ver las condiciones finales del acuerdo y lo que diga este sábado el Consejo político de Izquierda Unida, pero no hay duda ya de que la baraja de hace 4 meses quedó obsoleta y que el juego empieza con cartas nuevas.
Si el objetivo era ganar al PSOE, el éxito parece alcanzable según algunos sondeos. Si el objetivo era que el próximo gobierno no fuera del PP, la maniobra puede tener un contundente efecto boomerang.