'Estado de shock'. Ese es el concepto más usado en España en las últimas 20 horas. Salvo los líderes del PP, con su jefe de filas a la derecha, nadie sabe qué decidirá el presidente del Gobierno cuando pasen los cinco días que ayer nos contó que necesita para responderse a una pregunta:"¿Merece la pena todo esto?".
No hace falta ni repasar la naturaleza del fango al que Pedro Sánchez se refiere en su carta porque tenemos ojos y oídos para recordar los insultos y la falta absoluta de respeto a la figura del presidente del Gobierno.
Ni el manual del resistencia estaba preparado para tanto. La realidad es que España contiene el aliento: unos, porque han puesto el cava a enfriar, y otros, porque temen que lo descorchen los que no han recibido suficiente apoyo para llegar al poder a través de las urnas. ¿Se puede rendir un presidente legítimo investido hace menos de un años por mayoría absoluta? ¿Puede Pedro Sánchez dar ese triunfo a los que llevan cinco años esperando este momento? ¿Puede la izquierda gobernar en España en un clima de normalidad democrática cuando las urnas lo dictan? ¿o estamos condenados a la crispación sin límites siempre que la derecha pierde el poder?