Entre lo lioso de las aperturas parciales y que mucha gente lo confunde con el viejo Museo Egipcio, por todas partes circulan datos erróneos sobre el llamado GEM, por su nombre en inglés Grand Egyptian Museum. Los dos viajes a Egipto en un año han dado para conocer las zonas que se han ido abriendo y traerse la información más fiable. Desde mi primer viaje a Egipto, cuando estaba en la Universidad, y han llovido ni quiero acordarme cuantísimos años, vengo oyendo hablar del museo más grande del mundo consagrado a una única civilización... por supuesto, la faraónica: desde sus albores en el Neolítico hasta que, al morir Cleopatra, Egipto se convirtió en una provincia romana, pasando por los imperios Antiguo, Medio y el Nuevo de los grandes faraones, como Ramsés II, y alguna faraona, como la reina Hatshepsut. El año pasado me fui a conocer la parte ya abierta al público y ahora he vuelto para ver las doce galerías que abrieron el octubre. Ya sólo falta que, a partir de la inauguración oficial, anunciada por fin para el próximo 3 de julio, puedan también verse las dos joyas de la corona que rematarán su colección: por un lado las dos barcas del faraón Keops y, claro, el tesoro de Tutankamón, que es la primera vez que va a poder verse reunido y al completo.

Ya en los 90, el entonces presidente Mubarak tenía en mente edificar un museo donde reunir el mejor arte faraónico desperdigado por el país. En 2002 se lanzó un concurso al que se presentaron casi 1.600 estudios de arquitectura de más de 80 países y el edificio empezó a construirse poco después. Pero ha sufrido tantos percances que se diría cosa de la maldición del faraón: desde el parón en las obras a raíz de la Primavera Árabe en 2011 hasta la pandemia, y, cuando estaba casi a punto, estalló la guerra en Gaza. Con esta salvajada que tiene al mundo decente sobrecogido, no andaban los ánimos para celebraciones ni para invitar a presidentes y jefes de Estado a su presentación en sociedad. Porque la idea para ese primer fin de semana de julio de su inauguración oficial es organizar algo gordo que saquen todas las teles, aunque ser van a achicharrar... Que, tras tantos años de espera, ahora vayan a estrenarlo en pleno verano nos ha sorprendido a todos los que llevamos años pendientes de la inauguración del GEM. En julio hace un calor en Egipto que se caen los pájaros, pero se ve que hay que empezar a rentabilizar los aproximadamente mil millones de dólares que ha costado el museo y estrenarlo en plena canícula seguro que le aporta un buen extra de visitantes a su típica temporada baja.

Gran Museo Egipcio: la cuarta pirámide
Si alguien va a viajar para allá en breve, lo primero que debe saber es que el GEM cerrará completamente del 15 de junio al 5 de julio para los preparativos de su inauguración, por fin, total. Este cierre es de lo poco que hasta el momento ha confirmado el gobierno egipcio. A partir del 6 de julio, ya deberían estar abiertas todas y cada una de sus salas. Por un lado, el espectacular Grand Hall que hace las veces de entrada y donde te recibe el coloso de 83 toneladas y 11 metros de altura de Ramsés II, que antaño lucía entre el tráfico de la plaza Ramsés de El Cairo. Este atrio inmenso, con un flanco lleno de cafés ya funcionando, abrió al público a principios de 2023, y a finales de ese año lo hizo la Gran Escalinata, donde vas ascendiendo entre más de medio centenar de esculturas, bajorrelieves y sarcófagos hasta llegar en lo alto a un frente de cristal tras el cual se ven las pirámides de Giza. Porque sólo quedan a 2 kilómetros y, a partir de la inauguración en julio, se podrá caminar hasta ellas a través de una pasarela desde el museo. Eso es cuanto pude ver hace un año, pero el pasado octubre abrieron también doce de sus galerías, que es lo que he ido a visitar ahora.

Te quedas sin palabras mientras, por esta cascada de galerías, vas bajando cronológicamente desde la prehistoria en Egipto hasta su periodo grecorromano. Habrá quien prefiera deambular sin más admirando obras magníficas, pero para entender lo que tienes delante tienes que fijarte en cómo cada nivel está dividido en las secciones Sociedad, Realeza y Creencias. Si en lugar de ir a lo loco bajas en zigzag por estas tres subsecciones repletas de pinturas, esculturas, bajorrelieves y todo tipo de objetos traídos de yacimientos y museos de todo el país, así es como podrás apreciar cómo a través de milenios fue evolucionando la civilización egipcia. Tanto la de los campesinos, artesanos, escribas y demás pueblo llano, como el universo mucho más sofisticado de los faraones, y por supuesto de su cosmovisión, centrada en el faraón, que era una especie de encarnación de los dioses, y también en el viaje al Más Allá. Porque, para los antiguos egipcios, lo mejor empezaba al morir, de ahí que los poderosos se hicieran enterrar en pirámides durante el Imperio Antiguo, y, como estas sufrían continuos saqueos, en los días de gloria del Imperio Nuevo empezaron a hacerlo en fastuosas necrópolis subterráneas a las que también se llevaban al otro barrio todo cuanto les haría más fácil la vida en el Más Allá.

Esperando al tesoro de Tutankamón
El tesoro de Tutankamón es básicamente lo que falta por llegar al museo. Aunque hasta julio no se podrá ver, la mayor parte ya está allí, porque el GEM tiene casi una veintena de laboratorios donde llevan años restaurando las aproximadamente 16.000 piezas que exhibirá su colección permanente. ¡Llevan en realidad restaurando muchas más! Porque me contaba la curadora con la que he podido recorrer sus galerías que el museo atesora cerca de 90.000 piezas, y que muchas de las que no se exhiban aquí, antes o después, empezaremos a verlas rodar por el mundo en exposiciones itinerantes. La curadora sobre todo me confirmó lo que estoy contando, que en tantas webs y hasta en alguna revista, como son muchos los que escriben sin ir a los sitios y luego unos se copian a otros, están llenas de datos falsos. Pero sí me contó esto de las exposiciones itinerantes. También cómo el GEM, al margen de un museo que espera recibir unos cinco millones de visitantes al año, aspira a convertirse en un gran foco de intercambios culturales, de ahí que englobe desde un centro de conferencias hasta aulas para seminarios con estudiantes e investigadores. Por cierto que también tiene desde un museo interactivo donde iniciar a los niños en el universo de los faraones o unos enormes patios sembrados de palmeras donde ya se han celebrado conciertos y otro tipo de eventos. Pero de lo que me pareció más interesante de lo que me contó la curadora del GEM es que, en el anexo donde a partir de julio se exhibirán las dos barcas solares para el viaje a la eternidad del faraón Keops, en los próximos cuatro o cinco años, los visitantes podrán ver trabajar a los restauradores encargados de recomponer la barca que se encontró hecha pedazos. Eso sí, no pudo asegurarme si la entrada, que aunque lo vale ya cuesta 22 €, subirá tras la inauguración oficial o si se pagarán aparte este anexo de las barcas de Keops y los 7.000 m2 de galerías de Tutankamón, pero sí me aseguró que el 90% de su tesoro lleva tiempo poniéndose a punto en sus laboratorios de restauración.

El otro 10% del tesoro de Tutankamón sigue en el viejo Museo Egipcio de El Cairo, puedo dar fe, porque me acerqué también a este museo centenario y adorable, con sus salas a reventar de piezas dentro de vitrinas de madera del año pun y con una atmósfera al más puro estilo Indiana Jones, y allí seguía la máscara de oro con la que se cubrió el rostro de su momia y los objetos más famosos del tesoro con el que fue enterrado. Tutankamón, como murió a los 18 o 19 años, no tuvo tiempo de grandes logros. Fue un faraón muy menor, o sea que su ajuar funerario debía ser una nadería comparado con el de grandes como Ramsés II. Pero fue el único que se encontró intacto, sin profanar por los saqueadores, y su hallazgo sigue siendo el hito de la arqueología más sonado de todos los tiempos. Encima, cuando Howard Carter lo descubrió en 1922, Egipto acababa de lograr su independencia de Gran Bretaña, por lo que, a diferencia de tantas joyas faraónicas hoy en el Louvre, el British Museum de Londres y tantos otros museos, el tesoro permaneció en Egipto. Y son más de 5.000 objetos. Si el viejo museo apenas tenía espacio para exhibir unos 1.300, el GEM lo exhibirá por primera vez al completo. Desde la máscara y sus carros también de oro, sus joyas y vajillas de alabastro o los varios sarcófagos dentro de los que, como una matrioska, se guardó su cuerpo momificado, hasta cosas tan cotidianas como cestas de comida y vasijas de vino para su viaje al Más Allá, o los bastones y sandalias ortopédicas que ayudarían a caminar por el inframundo de Osiris a este faraón-niño con una malformación en un pie. La momia de Tutankamón no se verá en el nuevo museo. Es lo único que se mantendrá en el Valle de los Reyes, en Luxor, dentro de su tumba original, que se puede, claro, visitar, al igual que su réplica exacta junto a la hoy casa-museo de Howard Carter, un viaje en el tiempo con bocetos y fotos de este tesoro que al arqueólogo británico le llevó diez años extraer y mandar inventariado al viejo museo de El Cairo. Quienes quieran ahondar en el mito de Tutankamón, podrán seguir sus huellas por los imprescindibles templos de Luxor y de Karnak. Pero, salvo su momia, todo su tesoro se exhibirá en el GEM después de que sus últimas piezas, se rumorea, se paseen por las calles de El Cairo entre el 3 y el 5 de julio en una ceremonia lo mismo parecida a la que retransmitieron las teles de medio mundo cuando, en 2021, una veintena de momias reales fueron trasladadas del viejo museo al inaugurado aquel año de la Civilización Egipcia.

El viejo Museo Egipcio de El Cairo y el de la Civilización Egipcia seguirán abiertos
El viejo museo y el de la Civilización Egipcia van a seguir abiertos y seguirán siendo de visita imprescindible, porque son una experiencia totalmente distinta a la del GEM. O sea que si, hasta ahora, mucha gente cometía el error de, antes o después del típico crucero por el Nilo, quedarse un solo día en El Cairo para ver a la carrera el viejo museo y las pirámides, ahora, con el añadido del GEM, va a tenerse que quedar por lo menos dos días. Y yo les diría que alguno más si no quieren perderse la maravilla de mezquitas y monumentos de la Ciudadela o el llamado Cairo islámico, y sobre todo el ambientazo de esta megalópolis de más de 18 millones que, con una lógica muy suya, funciona sin semáforos pero nadie se choca, se fuma en cualquier sitio, pero... la gente es de un buen rollo que yo me volvía ya mismo para allá.