SALAMANCA

Tras las huellas del mudéjar en tierras salmantinas

La provincia de Salamanca esconde tesoros sorprendentes, como la Ruta del Mudéjar, una ruta temática articulada en torno al patrimonio de esta corriente artística y arquitectónica florecida en la Edad Media. Descubrir este patrimonio nos lleva de viaje a través de dieciséis localidades salmantinas.

Enrique Domínguez Uceta

Madrid |

Lo mejor que tiene la Ruta del Mudéjar es que es tan solo una de las rutas temáticas que nos invitan a descubrir una provincia extraordinariamente diversa, que parece muy llana en la parte central, pero que no lo es tanto en las Arribes del Duero, en el oeste, ni en la Sierra de Francia, en el sur, y que tiene muchísimos argumentos para descubrir esas caras tan diferentes de la provincia. Pero la ruta del mudéjar es una ruta especialmente interesante porque nos invita a descubrir una corriente artística y arquitectónica muy especial, podemos decir que casi única, que floreció en esta zona durante la Edad Media cuando convivían en el territorio musulmanes, cristianos y judíos. Es un estilo muy nuestro y bastante debatido porque realmente en el mudéjar se mezclan elementos del arte musulmán y del arte cristiano realizado a menudo por artesanos modestos que utilizaban también los materiales más básicos como el ladrillo, la cerámica y la madera, pero con ellos consiguieron un arte singular y fácil de reconocer del que hay muy buenos ejemplos en la provincia de Salamanca.

Artesonado de madera
Artesonado de madera | Pixabay

En buena medida podemos asociar el arte mudéjar en esta tierra con el concepto del románico de ladrillo, porque todo este territorio realmente se conquistó a los musulmanes y se repobló en los siglos XII y XIII y en esos momentos es cuando se levantan las primeras iglesias cristianas en territorio que había sido musulmán y naturalmente se tiene que hacer en buena medida con los artífices que vivían en el territorio, que eran casi todos musulmanes. Como tampoco fue un tiempo de grandes riquezas, se apostó por materiales modestos como el ladrillo para levantar los templos en estilo románico, que era el estilo más extendido en aquellos momentos. Las formas características de los edificios románicos, en lugar de construirse en piedra, como se estaban construyendo en el norte de la península, en Asturias, en Aragón, al pie de los Pirineos, se cambió la piedra por el ladrillo y se empezaron a hacer en ladrillo las formas del románico, es decir, los arcos de medio punto, las columnas, los canecillos, todos los elementos se resolvían con piezas de modesto ladrillo que era fácil de hacer artesanalmente con diversas formas, y por eso encontramos templos que cuando los vemos son románicos por sus formas, pero están hechas en ladrillo. Eso quiere decir que estamos en el mudéjar primitivo, que, como es un sistema constructivo muy eficiente, tuvo una segunda vida en el siglo XVI, aprovechando la excelencia del sistema para seguir construyendo y llevando a su esplendor otra característica específica y maravillosa de la arquitectura mudéjar que son los riquísimos artesonados de madera, que son una maravilla. Cuando entramos en un templo mudéjar y levantamos la vista al techo y vemos esas lacerías de madera complicadísimas, nos quedamos asombrados, aunque también las hemos visto en los edificios árabes de Andalucía. Son fantásticas soluciones para las cubiertas de los templos, pero hay que decir que, si el primer mudéjar es de los siglos XII y XIII, donde convivían musulmanes y cristianos, no está nada claro que se adjudique el mérito de los artesonados a los musulmanes. De hecho, los judíos se expulsaron de España a finales del siglo XV, y solo diez años mas tarde, en 1502, se obligó a los musulmanes a convertirse o a abandonar el país… De manera que podemos decir que cuando resurgió el mudéjar en el siglo XVI, estamos hablando de un arte producido en el entorno cultural cristiano. Es el momento de esplendor de lo que podemos llamar la carpintería de lo blanco que tanto ha estudiado un maravilloso especialista como es el arquitecto Enrique Nuere, un verdadero sabio que ha restaurado muchos bellos artesonados en toda España y cree que los artesonados bellísimos son de tradición cristiana y peninsular. La verdad es que es una maravilla entrar en las iglesias y levantar la vista al techo para ver esas complejas construcciones de madera de bella geometría y difícil composición y construcción que los maestros hacían manejando cartabones y compases. Esos artesonados que parecen cascos de barco dados la vuelta, o artesas, de ahí la palabra artesonado con que los conocemos.

Imagen de Alba de Tormes
Imagen de Alba de Tormes | Onda Cero Salamanca

Ruta del Mudéjar: de Alba de Tormes a Peñaranda de Bracamonte

La Ruta del Mudéjar está formada por dieciséis iglesias cristianas concentradas todas ellas en el espacio que va desde Alba de Tormes hasta Peñaranda de Bracamonte y su entorno, algo que hace la ruta muy accesible, muchos templos en pocos kilómetros. Son todas ellas iglesias en las que aparecen los elementos que hemos mencionado, el ladrillo visto en los muros, pilastras, arcos, y sobre todo en los preciosos ábsides exteriores, y la madera en el interior de las cubiertas, en los artesonados. Podemos empezar por Alba de Tormes, que es una ciudad monumental, que merece una visita por sí sola, pero en Alba de Tormes tenemos dos templos para visitar, el de Santiago, que es el más antiguo, con su torre medieval, pero en el que tenemos que fijarnos en el exterior, en el ábside románico-mudéjar, con tres pisos de arquerías ciegas de ladrillo, y con un pequeño friso de arquerías trilobuladas en el nivel superior del lado norte, hechas primorosamente con ladrillo. La otra joya es la iglesia de San Juan, una maravilla, y lo mejor del mudéjar de Salamanca, porque es grande, tiene tres naves, y la parte más valiosa son los dos ábsides de la cabecera que podemos ver desde el exterior, de ladrillo, con arcos ciegos, y el más bonito es el del lado de la Epístola que se ve completo, y que tiene los arcos apoyados en columnillas. Como en las mejores obras románicas, pero hecho con ladrillos especiales, aplantillados, combinando con piedra en basas y capiteles, es preciosa, y dentro tiene un apostolado que se cree que estuvo en el exterior de la iglesia original…

Castillo de Alba de Tormes
Castillo de Alba de Tormes | Pixabay

Podemos continuar visitando otro grupo de iglesias en pueblos muy cercanos, en Gajates, Galleguillos, Pedrosillo y Turra de Alba para ver como siguen el mismo patrón de ábsides semicilíndricos con superposición de arquerías de ladrillo, todo modesto, sencillo y encantador, de allí podemos seguir a Macotera para encontrarnos con otra pieza fantástica, aquí sí que podemos quedarnos asombrados del interior del templo, de tres naves pero que no están separadas por columnas, se apoyan en dos largos arcos, escarzanos se llaman, que corren de los pies a la cabecera del templo, y arriba tienes un artesonado espectacular que se conoce como el “Cielo de Macotera”, de 26 metros de largo y con preciosos dibujos y lacerías geométricas, debajo aún tiene un coro que es otra maravilla de madera labrada y que te deja impresionado por su riqueza y la calidad de la talla. Está cerca de Peñaranda de Bracamonte, que también merece una visita, ya que es un bonito conjunto también que está en otra ruta, la de Carlos V, que hizo parada en Peñaranda camino de Yuste, y que es un sitio estupendo para probar el tostón asado que es la seña de identidad de sus restaurantes y del pueblo. Peñaranda es también buena base para acercarse a ver por fuera otros ábsides estupendos del románico mudéjar en Peñarandilla, en Coca de Alba, en Nava de Sotrobal, en Villar de Gallimazo, que conserva algunos arcos de herradura, lo que confirma su antigüedad y la relación con la arquitectura árabe, el de Aldeaseca de la Frontera y el de Paradinas de San Juan. Se ven desde fuera, pero hay que entrar en las iglesias para ver los preciosos artesonados de las iglesias de Cantaracillo, de Rágama o de Villoria. Conviene consultar las horas de visita para no quedarse en la puerta y con las ganas de entrar.