No se entiende por qué no se aprovecha el papel de la farmacia ante la preocupante situación sanitaria que estamos viviendo, cuando a lo largo de la pandemia la Organización Farmacéutica Colegial ha mostrado una actitud profesional y de colaboración ofreciendo sucesivas alternativas para contribuir a frenar la expansión del virus y garantizar la continuidad de los tratamientos.
La Farmacia española tiene una red de 22.000 establecimientos sanitarios en los que trabajan 54.000 profesionales que pueden sumar su capacidad para conseguir los objetivos que plantean las administraciones sanitarias en la lucha frente a la COVID-19.
Estamos ante un momento decisivo en el que conviene dar nuevos pasos. Es necesario el desarrollo urgente de una Estrategia de Salud Pública donde la red de farmacias sea un agente sanitario activo de primer orden. También lo es la participación de las farmacias en las estrategias y programas puestos en marcha para el cribado, prevención y detección precoz de casos de COVID-19. Así como su implicación en la disponibilidad y realización de tests rápidos para los ciudadanos y la coordinación con los centros de Atención Primaria.
Ya está sucediendo en otros países como Francia, Reino Unido o Canadá, donde se está aprovechando el potencial de las farmacias para la realización de los tests. Por eso la presente situación que supone la pandemia es una base indiscutible para impulsar, sin demora, nuevas vías de colaboración y cooperación profesional de la Farmacia española, en el objetivo de frenar la COVID-19. Eso seguro.