04:04 MIN

Javier Arias Artacho
  • 04:04 MIN

La flotilla de la propaganda

opinión

compartir
La flotilla de la propaganda

Por el profesor y escritor Javier Arias Artacho

Me cansan esos “todo irá bien” que se sueltan sin ningún tipo de análisis futuro, los “será un éxito” aunque desconozcan el valor de un proyecto que no les importa. ¿Y los “feliz cumpleaños” por WhatsApp, casi infantiles, pero del todo protocolarios? Ni qué decir de los “te acompaño en el sentimiento” o los insoportables “DEP” como fórmula mágica para no implicarte demasiado en el dolor ajeno. Son fórmulas, meros clichés que utilizan los mismos que dicen “nos vemos pronto”, cuando quizás ya sospechan que no nos volveremos a ver.

Me incómoda, podría decir que me molesta, la superficialidad de la sociedad que suele moverse con esos “bien queda” que señalan la importancia del aparentar. Nuestro mundo social no busca la verdadera realidad de las cosas, sino que se recrea en lo que conviene. De hecho, si a alguien se le ocurre alguna reflexión que se salga de la masa, a veces puede ser tratado de filósofo, de poeta o, simplemente, de especial.

La mayoría tiene claro que, si quiere tener éxito social, es importante apuntarse a la moda de turno. Son seguidismos difíciles de discutir, porque suelen ser verdaderos y legítimos, pero que huelen a oportunismo cuando sacas a pasear la tragedia de la DANA para obtener algún rédito político, por ejemplo, a Franco como un modus vivendi para generar enfrentamiento o el drama palestino como una oportunidad para dar visibilidad a partidos o proyectos personales.

Y no me sorprende que la gente se apunte tantos para quedar bien. Es algo que viene en el combo de nuestro ser social, como bien nos damos cuenta. Lo que me sorprende es que cuando los oportunistas levantan demasiado su bandera, ahí siempre están los borregos, los tontos útiles que los aplauden como cándidos.

Fue por ello que agredieron a los ciclistas en la Vuelta a España en un sinsentido, montaron una huelga de estudiantes para reventar escaparates en Barcelona u organizaron una flotilla de pijos progres que, por la urgencia y la gravedad de la tragedia en Gaza, pensaron que la mejor opción para ayudarlos sería tardar un mes en llevarles víveres y hacerlo en embarcaciones de recreo que nunca podrían llegar a su destino. Ellos dicen que lo hicieron para dar visibilidad a Palestina, pero a mí me parece que lo hicieron para darse visibilidad a ellos mismos en un telediario, siempre envueltos en una solidaridad interesada y que suena a ruido. ¿Quién se puede permitir más de un mes sin trabajar para revindicar sus ideales? ¿Quién se puede permitir jugar a ser Che Guevara si no es porque alguien los financia y los mantiene a sueldo? Nadie comenta lo que habrá costado su aventura, ni que la pagamos todos los españoles y, mucho menos, que con todo ello se podría haber financiado ayudas que llegasen a través de las ONG que están trabajando por un mundo mejor. Solo con los gastos del buque de nuestra armada, Furor, nos podríamos haber ahorrado un millón de euros.

Me gustan más la legítimas ONG o esos médicos sin fronteras que se juegan la vida de verdad por intentar cambiar las cosas y no se hacen selfies en alta mar para su propaganda.