Francisco Javier Almeida, el presunto asesino de Alex, el niño nueve años de Lardero (La Rioja), trató de asfixiar a otro niño cuando él era pequeño. Así consta en los informes psiquiátricos del arrestado donde, además, se especifica que el hombre es plenamente consciente de lo que hace cuando comete algún crimen.
La tríada homicida
Desde pequeño, Francisco Javier Almeida presentó comportamientos psicopáticos adscritos a la denominada tríada homicida que, según ha explicado la abogada Beatriz de Vicente, "es un comportamiento tripartito que genera la alarma ante la posibilidad de que en un futuro esos niños desarrollen comportamientos especialmente violentos". A continuación, de Vicente ha enunciado las tres tendencias de comportamiento que conforman esa tríada homicida: la enuresis o incontinencia urinaria continuada, la piromanía y el maltrato animal.
La abogada ha señalado que el dato del maltrato animal es muy indiciario y, de hecho, en los informes psiquiátricos de Almeida también se indica que de pequeño ahogaba pajaritos. "Podríamos hablar dd un sujeto que ya desde su infancia tenía rasgos de un depredador", ha declarado.
El juez que condenó a Almeida
El juez Alfonso Santisteban condenó a Francisco Javier Almeida en dos ocasiones. En Espejo Público lo ha recordado como una persona muy introvertida que actuaba como si el procedimiento no estuviera enfocado a su condena. En concreto, recuerda el juicio del denominado 'crimen de la inmobiliaria' donde se le condenó por violar y asesinar a la trabajadora de una inmobiliaria. En esta ocasión le encontró "frío y ausente, como si el tema no fuese con él".
El juez ha compartido lo que considera "un dato revelador" y es que durante los procedimientos judiciales existe la obligación de que los acusados se sitúen al mismo nivel que su letrado para poder conversar sobre sus estrategias. Sin embargo, en el juicio del crimen de la inmobiliaria, dice el juez, "no lo hizo con la frecuencia que he observado en otros procedimientos juzgados y otros acusados".
Santisteban ejercía en ese momento funciones de juez de vigilancia penitenciaria. La madre quiso comunicarse con Almeida en varias ocasiones: "se encontraba totalmente destrozada y se interesaba por su hijo y sus futuros permisos", recuerda.