Las vacunas son tan seguras que han hecho que la población "desconozca la gravedad de la enfermedad" que previenen, tal y como explica Esther Redondo, de la Sociedad de Médicos de Atención Primaria.
La vacuna del sarampión ha permitido la reducción de la mortalidad en un 78% en los últimos diez años. Sin embargo, en muchos países pobres son un lujo, más de un millón de bebés mueren cada año por neumococo o diarrea por rotavirus.