Reportaje de Beatriz Ramos

Un rayo de esperanza en Chocó y La Guajira

Los departamentos del Chocó y La Guajira son dos de los más pobres del país. La lucha por el territorio juega un papel fundamental en su situación, al que se unen la falta de agua, la violencia, la desnutrición y la falta de educación, entre otros. Gran parte de su población es indígena y desde que nacen, tienen un vínculo muy especial con su tierra.

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Madrid |

Selina Velásquez es partera en su comunidad, la del 20, en plena selva del Chocó. Pese a las muchas carencias, mantiene la cabeza bien alta. Sabe que hace el bien para su pueblo, ayudado por Manos Unidas con un centro de salud. En cuanto a la educación, la organización llega donde no lo hace el Gobierno con escuelas en las que no sólo les enseñan a leer y escribir.

Los indígenas y afrocolombianos viven prácticamente olvidados pese al empeño de sus líderes por ser escuchados. Por exigir derechos de las comunidades indígenas les amenazan. Es el caso de Matilde López, líder social de la comunidad Wayú, que ya ha sufrido un intento de atentado y que ha vivido esta misma semana el asesinato de uno de sus compañeros. Pero Matilde no piensa marcharse de su tierra.

Ruth Chaparro es presidenta de la Organización Fucai y compañera de fatigas de Matilde, visita las comunidades y cubre necesidades tan básicas como el acceso al agua para consumo humano, algo inaccesible para la mayoría de ellas. No hay que olvidar, dice, de quién hablamos.

Pese a todas las dificultades, están convencidas de que merece la pena. Afirman que, aunque no sea suficiente, hay que devolver a los indígenas parte de lo que les fue arrebatado por los Arijuna, como llaman a los blancos: los que causan dolor, dicen también. Otro de los lemas por los que se guía Ruth remueve conciencias: para conseguir que la felicidad entre en casa, hay que sacar cosas.