El ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, cada vez más solo en su intransigente postura de no permitir el desembarco de estos migrantes, dio finalmente su brazo a torcer, de mala gana y declarando que lo hacía contra su voluntad, después de que el primer ministro, Giuseppe Conte, se lo pidiera dos veces por carta.
"Contra mi voluntad y como un ejemplo más de mi leal colaboración, dispongo que no se pongan obstáculos a la ejecución de su decisión", escribió el líder ultraderechista en su respuesta a Conte, no sin advertir de que se trataba de "un peligroso precedente".
Poco después, dos lanchas de la Guardia Costera y de la Guardia de Finanzas italianas recogían del "Open Arms" a los 27 menores no acompañados para transferirlos a tierra firme, en medio de aplausos y abrazos entre los que se iban y los que se quedaban.
Los 27 chicos -trece eritreos, cinco sudaneses, dos de Chad, dos de Gambia, uno de Ghana, uno de Mali, uno de Nigeria, uno de Etiopía y uno de Egipto- fueron trasladados a un centro de acogida tras pisar tierra firme.