Todo marcha bien en una comida entre amigos hasta que llega la cuenta. Es entonces cuando empieza un tira y afloja que ha terminado por trasladarse también a las cocinas. Cada vez más bares y restaurantes, especialmente en ciudades como por ejemplo Málaga o Barcelona, han decidió poner fin al pago fraccionado por parte de los clientes. Para ello, han colgado carteles que avisan que no se permite dividir la cuenta. Una decisión que no es ilegal, pero sí ha generado mucha polémica.
Es necesario una buena comunicación
Aunque desde el marco legal no hay ninguna norma que obligue a un local a aceptar pagos por separado, desde organizaciones como la OCU se recomienda una buena comunicación entre ambas partes para no llegar a discusiones absurdas.
"No hay una ley que determine que los clientes tienen derecho a fraccionar la cuenta o a pagarla de una sola vez. Es un aspecto en el que la ley no llega a profundizar tanto. Simplemente, hay que aplicar el sentido común. Lo lógico es informar por parte de la empresa que presta el servicio y los clientes atenerse a estas circunstancias", explica Enrique García, portavoz de la organización.
Una decisión que genera frustración
Al mismo tiempo, crece la frustración entre quienes solo han pedido una caña o una ensalada, pero se ven obligados a contribuir a partes iguales con quien ha pedido un plato o bebida mucho más cara.
Para algunos, la solución está en el Bizum colectivo, mientras que otros optan por estrategias más organizadas para evitar tensiones en la mesa. Pero la pregunta sigue en el aire: ¿qué es más justo? ¿Dividir todo a medias o que cada uno pague lo suyo?
Un estudio matemático tiene la respuesta
La respuesta también ha sido estudiada por matemáticos. En 2004, los investigadores Uri Gneezy, Ernan Haruvy y Hadas Yafe publicaron el estudio The inefficiency of splitting the bill, en el que analizaron el comportamiento de varios grupos frente a diferentes métodos de pago: por separado, a escote o invitados por la casa.
Los resultados demostraron que sorprendentemente los clientes consumían más cuando pagan entre todos, y gastan menos cuando cada uno paga lo suyo. El motivo es claro, el coste adicional de pedir un plato más caro es mínimo cuando se reparte entre seis, lo que motiva decisiones menos responsables.