En concreto se ha estudiado a personas que sufren liquen crónico simple, una inflamación de piel, causada normalmente por el estrés y que produce fuerte picor en la cabeza, las piernas o el cuello.
Pues bien lo que los autores del informe han constatado es que los pacientes, reciben un tratamiento y se curan pero luego recaen, y así una y otra vez. ¿Por qué? Pues la conclusión a la que han llegado es que se "enganchan" al picor y al placer de rascarse.
Es decir, el prurito, la picazón, aumenta con el rascado, entrando en un circulo vicioso en el que estas personas se pueden llevar años.
Lo han demostrado comparando un grupo de personas con picor crónico y otro grupo de personas sanas, los primeros desarrollan una estimulación igual que la que experimentas las personas con adicciones a algunos tipos de drogas. La solución, parches sobre la zona que pica y antidepresivos para superar la imposibilidad de rascarse.