Marcaban las 18:04 horas en los relojes cuando la fumata blanca expulsó el humo que anunciaba que la Iglesia católica tenía nuevo sumo pontífice. Algo más de una hora después, a las 19:22 horas, el cardenal Robert Francis Prevost salió al balcón de El Vaticano para dirigirse a los fieles como León XIV.
En su primera intervención, el sucesor de Francisco quiso acordarse de su predecesor y lanzó un mensaje de paz para el mundo en un momento en el que el enclave internacional no puede ser más convulso después de los recientes ataques entre India y Pakistán. Se le pudo ver visiblemente emocionado, de hecho, se tomó varios momentos de pausa antes de acabar su intervención con el rezo del Ave María.
En la jornada del viernes ha dirigido su primera eucaristía y poco a poco se empiezan a rebelar las primeras pistas de cuál puede ser la línea de actuación en su papado. Según los expertos, será un continuista aunque se espera que cambie las maneras de Francisco, no su mensaje.
Un papa deportista
No obstante, más allá de la oficialidad de su figura, muchos se preguntan cómo es el lado personal de Prevost. Lo cierto es que visitó nuestro país en varias ocasiones, fue misionero en Perú durante 40 años y su segundo apellido es Martínez, gracias a su madre, Mildred.
Asimismo, es un gran aficionado del deporte. Quienes le conocen destacan que le encanta el tenis, aunque se considera a sí mismo como un jugador "discreto". Sin embargo, no es el único deporte que le llama la atención. También es un gran fanático del fútbol y desde que Francisco le reclamó para ser Prefecto del Dicasterio para los Obispos en Roma se hizo hincha del equipo de la loba.
Tan grande es su sentimiento que un amigo cercano, el sacerdote agustiniano Giuseppe Pagano, aseguró durante una entrevista que tras un partido entre la escuadra de la loba y la Fiorentina exclamó: "La victoria de la Roma es el primer milagro de Francisco después de la muerte".