Según el Dr. Juan Royo, Jefe de Servicio del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza, un estruendo momentáneo, aunque sea de menos de un segundo, puede tener graves consecuencias para nuestro sistema auditivo, ya que este no tiene las defensas adecuadas para soportar este tipo de impactos. Entre los posibles efectos negativos de la exposición a los ruidos repentinos se encuentran la aparición de los acúfenos, caracterizados por la percepción de un pitido constante, y las lesiones en el tímpano.
El oído humano comienza a sufrir daños a partir de los 85 decibelios y es especialmente vulnerable ante los estruendos puntuales.
Para prevenir estos daños, los especialistas recomiendan usar tapones o casos para minimizar los riesgos que provocan el ruido y la pirotecnia de eventos como la noche de San Juan. Desde GAES, especializada en soluciones auditivas, se recomienda disfrutar de la fiesta con precaución respecto a la pirotecnia, pues el estallido de esta puede llegar a superar los 120 decibelios, máximo nivel que permite la Unión Europea, y provocar una pérdida auditiva potencialmente permanente.
Dentro de las lesioness está el llamado 'blast timpánico', un trauma provocado por la exposición a sonidos de una intensidad muy alta. En la noche de San Juan, el riesgo de esta afección aumenta considerablemente. Si se encuentra envuelto en un situación rodeado de lanzamiento de petardos, lo más seguro es alejarse un poco y mantener una distancia prudencial.