"Gracias por encarnar hoy la parábola del Buen Samaritano, que se detuvo a salvar la vida de un hombre sin preguntarle cuál era su procedencia, sus motivos o sus documentos. Simplemente decidió hacerse cargo y salvarle", ha dicho Francisco.
El Pontífice ha hecho estas consideraciones en una misa celebrada en el Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro a la que han asistido unas 200 personas en las que estaban algunos refugiados y también personas que se dedican a su asistencia.
Durante la homilía, Francisco ha lamentado la "hipocresía estéril" de los que de los que construyen muros ante los que tienen derecho a una vida digna y segura.
"Es una acusación directa hacia la hipocresía estéril de quien no quiere ensuciarse las manos. Una tentación que está presente en nuestros días y que se traduce en la cerrazón ante cuantos tienen derecho como nosotros a la seguridad y a una condición de vida digna y en la construcción de muros reales o imaginarios, en lugar de puentes", ha señalado Francisco.