miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica

Los neumólogos advierten de que el 80% de los cánceres de pulmón se diagnostican en fase avanzada

El 80 por ciento de los cánceres de pulmón se diagnostican en fases avanzadas, a pesar de que la supervivencia global va aumentando y ya representa el 15 por ciento de todos los casos, según el miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), Francisco Javier Aspa.

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Madrid |

El cáncer de pulmón
El cáncer de pulmón | Agencia EFE

Así lo ha puesto de manifiesto en su ponencia 'Cáncer de pulmón estadio I: decisiones diagnósticas y terapéuticas' durante el LI Congreso Nacional de SEPAR, donde el también jefe de sección de Neumología del Hospital Universitario La Princesa de Madrid ha señalado que, por el tipo de tejido que forma los tumores de pulmón, estos se dividen en cáncer de pulmón de células pequeñas (CPCP) y el cáncer de pulmón no de células pequeñas (NCPCP) que actualmente representa alrededor el 85 por ciento de los cánceres pulmonares y que engloba diversos tipos como el adenocarcinoma, fundamentalmente, además del carcinoma escamoso y el carcinoma de células grandes.

"Pero el fruto del esfuerzo clínico por efectuar un diagnóstico más temprano en pacientes asintomáticos, además de los estudios poblacionales de cribado (básicamente centrados en la realización de un TAC torácico a pacientes fumadores) y, dadas las actuales pirámides demográficas, cada vez es más frecuente la detección de nódulos pulmonares solitarios o nódulos pulmonares solitarios (NPS), de alrededor de 1 centrímetro de diámetro en pacientes frágiles y pluripatológicos", ha especificado el también responsable de la Consulta Monográfica de Alta Resolución de Cáncer de Pulmón en el mismo centro hospitalario.

Una estrategia que "no está exenta de problemas"

Por otro lado, el manejo estándar actual de los NPS incluye el cálculo de probabilidad de malignidad de la lesión, la valoración del riesgo quirúrgico, la realización de un PET TAC y la toma de muestras histológicas o citológicas.

Tras estas pruebas, en aquellos pacientes no desestiman para cirugía, con nódulos entre 8 y 30 mm, si este cálculo de probabilidad de malignidad es inferior al 5 por ciento, se opta por la vigilancia radiológica. Y, en pacientes con riesgo intermedio o alto de malignidad, se recomienda realizar un PET-TAC. Cuando los valores de captación del contraste en la prueba del PET-TAC es baja, se opta por la vigilancia radiológica y, si la captación es moderada o intensa, se indica una biopsia no quirúrgica o la resección del nódulo.

Esta estrategia "no está exenta de problemas. En primer lugar, porque puede haber una deficiente capacidad predictiva de los cálculos de malignidad, puesto que, estudios recientes, refieren falsos positivos y negativos, con una especificidad de tan solo el 52 por ciento", ha explicado el experto.

En segundo lugar, "por el perfil del paciente valorado en las consultas por NPS, ya que la evolución demográfica en los países occidentales, conlleva un aumento de pacientes más ancianos y con más comorbilidades, lo que dificulta, en gran medida, la realización de un estudio completo y satisfactorio".

Y en tercer lugar, "por el tamaño reducido de los nódulos detectados, puesto que los procedimientos de obtención de diagnóstico histológico y/o citológico (para el estudio de los tejidos y las células del nódulo), mediante punción transtorácica o fibrobroncoscopia, son mucho menos útiles en NPS mayor que 20 mm, y en cuarto lugar, porque, en este sentido, el PET-TAC está frecuentemente en el límite de sensibilidad de la prueba", ha señalado Aspa.

Un escenario de incertidumbre

"Nos situamos en un escenario de gran incertidumbre clínica a la hora del manejo individual de cada paciente, en el que algunas actuaciones diagnósticas y terapéuticas conllevan un gran riesgo y complicaciones graves, sin olvidar el porcentaje elevado de extirpación de nódulos no malignos, que se sitúa entre el 9 y el 25 por ciento, según las series", ha advertido Aspa.

Sin embargo, el especialista ha apuntado que "afortunadamente el horizonte está cambiando en los últimos años", pues la valoración del riesgo quirúrgico individual y los avances en la técnica permiten que un grupo selecto de pacientes se beneficien del tratamiento local mediante la cirugía, lo que reduce la morbimortalidad postoperatoria y mejora la calidad de vida posterior.