Cremona es la cuna de los violines Stradivarius y, por eso, es el mejor enclave para venir junto al escritor Alejandro G. Roemmers. Aquí nos ha presentado su novela "El misterio del último Stradivarius" (Planeta), un thriller literario que mezcla crimen, historia y música con gran maestría.
Paseando por las calles de esta ciudad, todo gira en torno al violín. La casa de Antonio Stradivari, la Escuela Internacional de Luthiers, el Museo del Violín. Hasta las pastelerías crean sus dulces en torno a este instrumento ancestral y a sus notas musicales. El autor nos va llevando por sus calles y vamos descubriendo qué ocurrió con ese Stradivarius protagonista principal de la novela.
Inspirada en un crimen real ocurrido en Paraguay, esta obra sigue el recorrido de un violín legendario desde el siglo XVIII hasta nuestros días. En sus páginas conviven personajes históricos como Antonio Stradivari, Giacomo Casanova o Giuseppe Verdi, mientras escenarios cargados de arte y memoria -como Venecia, Nápoles con los campos de concentración nazis del norte de Italia- dotan de profundidad emocional a esta travesía literaria.
Arce de los Balcanes y abeto rojo. Es la madera con la que se construían los famosos Stradivarius y con la que hoy en día, se siguen creando los mejores violines del mundo en Cremona (Italia). Nadie ha podido igualar, sin embargo, la magia y el sonido que transmite un verdadero Stradivarius.
Para crear un violín, los luthiers de Cremona emplean tres meses como mínimo. El proceso se puede ver en la Escuela Internacional, donde prácticamente todo se realiza a mano tal y como lo hacía en su día el gran Stradivari.
Los barnices naturales especiales son una de las claves esenciales del sonido de un buen violín. Un mal barniz arruina un instrumento y además impide que pueda perdurar inalterable durante siglos. Los Stradivarius han llegado hasta nuestros días intactos. Es algo mágico.
A mano. Los estudiantes de luthier en la Casa Stradivari aprenden el oficio. Cada violín lleva el sello de la persona que lo crea. Hasta el modo en que trabaja la madera, si el luthier es más tranquilo o más enérgico, influye luego en el sonido. Ningún violín creado en Cremona suena igual a otro.
El secreto del buen sonido es tener una técnica perfecta de construcción, conocer exactamente el grosor de cada pieza de madera, el ensamblaje. Dos grandes nombres han la historia de los violines: Antonio Stradivari y Giuseppe Guarneri; ambos en el siglo XVII y principios del XVIII.
Un error en el luthier, por pequeño que sea, y la pieza se deshecha. El violín ha de construirse de nuevo. No hay lugar a imperfecciones en la casa Stradivari, en Cremona.
El Museo del Violín, en Cremona, alberga algunos de los ejemplares más valiosos cuyo valor es prácticamente incalculable. Stradivari solo fabricaba una veintena de instrumentos al año. A penas sobreviven 550 violines, 18 violas, 63 violonchelos, 4 mandolinas, 14 contrabajos, 2 guitarras y una única arpa. Cuatro de ellos, por cierto, en el Palacio Real de Madrid gracias a una compra que en su dia hizo el rey Carlos III para la corte de España. Además es una colección única porque nadie más en el mundo tiene un cuarteto palatino como el de Madrid.
La densidad de la madera, el modo de ensamblar el violín, los barnices utilizados. Todo influía en el sonido de un Stradivarius que, trescientos años después, nadie ha logrado igualar todavía.
Prólogo de Mario Vargas Llosa. Lo último que escribió el gran premio Nobel
La novela "El misterio del último Stradivarius", de Alejandro G. Roemmers cuenta con un plus. Un magnífico prólogo escrito por Mario Vargas Llosa, en el que la describe como una "novela de circulación" o "literatura de objetos". Este prólogo fue lo último que el gran Nobel hispano-peruano escribió en vida y esta novela, lo último que leyó. Se lo confirmó al propio Roemmers el hijo de Mario Vargas Llosa, Álvaro.
