La cruda realidad de muchos migrantes en Madrid: explotación laboral y salarios miserables
En Onda Cero, hablamos con algunos de los migrantes que todos los días hacen cola desde las 06:00 horas en Plaza Elíptica a la espera de algún vehículo que les dé trabajo.
Desde hace más de 10 años, las colas de migrantes esperando en Plaza Elíptica la llegada de un vehículo que les dé trabajo se han convertido en algo cotidiano. Pero detrás de esta actividad se esconde una realidad descorazonadora: economía sumergida, jornadas de trabajo abusivas con salarios miserables o, en algunos casos, inexistentes.
"Tú vienes a las 21:00 horas y ya encuentras gente allí".
La construcción está repuntando en España, algo que se nota mucho en la Plaza Elíptica, frente al bar Yakarta. Las jornadas son largas, el contrato es verbal y esto trae problemas.
"Hasta 15 horas de trabajo y después no quieren pagarte. Luego te dicen que te va a llamar la Policía para que te deporten".
No importa si se tienen o no los papeles de residencia en regla. Es economía sumergida a la vista de todos y por tanto, fuera de la ley.
Juan (nombre ficticio) nos explica su caso:
"Me dijeron que a fin de hora me pagaban y a más de un mes y hasta la fecha. Pagaban 50 euros el día, lo que por un mes serían 1.200 euros. Aún sigo llamando y no me contesta y las veces que me ha contestado dice que está ocupado y que después me llama".
Que no les paguen implica problemas y desesperación y provoca que la persona acepte condiciones de trabajo indignas.
"20 euros por 8 horas de trabajo. Había estado casi 5 días sin trabajar y tenía que comer".
Explotación laboral y economía sumergida
Kunta Kintie es de Gambia, lleva mucho tiempo en España y tiene un diagnóstico:
"Claro que existe la economía sumergida y hay señores que por el motivo que sea, si ya de por sí el país tiene salarios bajos, ellos ven en este colectivo una oportunidad de poder ganar algo de dinero ahorrando en los costes: contrato, seguridad social, cotización, porque ellos son conscientes de que en este caso, la demanda supera la oferta. Llega aquí un señor y 20 se le echan encima".
Kunta ya no se dedica a la construcción, pero sigue viniendo a Plaza Elíptica para tratar de ayudar a estos inmigrantes. En colaboración con dos abogadas, les asesora e informa sobre los regateos con los capataces y sobre cómo regularizar sus situaciones.
A Kunta todos le conocen y confían en él para que les ayude con sus problemas. Es consciente de que a pesar de ser injusta e ilegal, esta industria sumergida es para muchos la única manera de ganar dinero por lo que tiene muy claro que la solución debe venir a través de la política e instituciones.
Hasta entonces este negocio sigue y Plaza Elíptica amanecerá y anochecerá con las caras de aquellos que vinieron a España a trabajar y a buscar una vida mejor.