Entre 1940 y 1990

La Justicia certifica que en España se robaron bebés

Se estima que más de 300.000 niños y niñas fueron robados al nacer entre 1940 y 1990, pero hasta la fecha ningún tribunal había certificado judicialmente la realidad de ninguno de ellos. La Audiencia Provincial de Madrid ha probado por primera vez "de forma incontestable" que en España se robaron bebés.

ondacero.es

Madrid | 08.10.2018 15:01

Víctimas de la supuesta trama de bebés robados se han concentrado en la entrada de la Audiencia Provincial
Víctimas de la supuesta trama de bebés robados se han concentrado en la entrada de la Audiencia Provincial | EFE

Al menos sí lo hizo Eduardo Vela, un ginecólogo que trabajó durante veinte años en la Clínica San Ramón de Madrid y que en 1969 robó una bebé recién nacida para entregársela a un matrimonio que no podía tener hijos tras concertarlo todo previamente con ellos.

Pese a que la Audiencia de Madrid no ha condenado al doctor, de 85 años, por considerar que los delitos prescribieron 15 años antes de que la víctima, Inés Madrigal, denunciara su situación, su relato de hechos es incuestionable en cuanto al papel qué jugó Vela en todo esto.

Le responsabiliza directamente del "regalo" que hizo a aquel matrimonio, tras recibir un soplo de un sacerdote amigo de la pareja y que curiosamente fue profesor de matemáticas de Vela.

Una supuesta trama que salpica indirectamente a la Iglesia en tanto en cuanto el drama de una de las páginas más negras de la historia reciente de España está ligada a la figura de Sor María, una monja que fue la primera persona a la que un juez abrió diligencias en España por un caso de estas características y que falleció tres días después de ser llamada a declarar, en 2013.

De hecho, Sor María trabajó juntó a Vela en el sanatorio San Ramón. Fue aquí donde se gestó el primer caso del robo de un bebé probado por la Justicia en nuestro país, el de Inés Madrigal, aunque previamente Vela ya trató sin éxito de hacer lo mismo con otro bebé.

Sucedió en una fecha no determinada anterior a junio de 1969. Tras atender la petición del sacerdote, verdadero instigador de los hechos, según declaró la madre adoptiva Inés Pérez, Vela convocó al matrimonio para acordar la forma de hacerles entrega de un bebé.

En su primera reunión, Vela ofreció a Inés Pérez el hijo de otra mujer bajo una serie de recomendaciones previas dignas de un película: Debía fingir un embarazo, colocándose un cojín en el abdomen, y simular la gestación y sus síntomas -náuseas incluidas- en presencia de conocidos y vecinos. Pero ella se negó.

No lo hizo en su segundo encuentro. Vela había tenido acceso a una niña de pocos días de vida cuya verdadera identidad aun hoy, 49 años después, se desconoce. De inmediato convocó al matrimonio Madrigal Pérez. Tenía un "regalo" para ellos.

El regalo era Inés, a quien Vela y sus padres adoptivos -también fallecidos- inscribieron en el Registro Civil con una identidad falsa y, para más "inri", el ginecólogo octogenario certificó "de su puño y letra" su nacimiento haciendo constar en los documentos "su asistencia personal" a un parto que nunca existió.

Siendo "plenamente conscientes de que no tenían con ella parentesco alguno", los padres adoptivos de Inés la integraron en su círculo y la privaron de cualquier posibilidad de contacto con su familia biológica. Una niña "totalmente ajena" a los Madrigal Pérez.

De toda esta mentira, Inés Madrigal tomó constancia cuando cumplió 18 años. El 4 de junio de 1987, Inés Pérez le confesó que era adoptada -lo que técnicamente tampoco era verdad-, un hecho del que la joven venía sospechando desde hace tiempo.

La confesión de la madre adoptiva fue corroborada por una prueba de ADN que arrojó una probabilidad de maternidad del 0,00000000%.

Una prueba irrefutable que dio pie a Inés Madrigal para investigar penalmente los hechos mientras el escándalo de los bebés robados alcanzaba por vez primera a la opinión pública como así lo trasladó la Asociación Nacional de Afectados por Adopciones Irregulares (Anadir) ante la Fiscalía General del Estado.

Hoy en día, permanecen vivos -al menos- dos procedimientos judiciales de los 300.000 casos de menores afectados que calculó Anadir. El Sanatorio San Ramón cerró en 1982. Y los libros de registros de partos y nacimientos de esta clínica, donde se sospecha que Inés no fue un caso aislado, no han podido ser encontrados.

Con la sensación agridulce que deja un relato judicial más moral que penal, por esa prescripción de los delitos, la sentencia no arroja luz a la parte más personal de esta historia: "Hasta la fecha no ha sido posible averiguar la identidad de los padres biológicos de Inés Elena Madrigal Pérez".