La pintura era propiedad de un jeque saudí, Abdul Mohsen Abdulmalik, quien lo adquirió en los ochenta en la galería Pace de Nueva York por una cifra no confirmada, pero cuando fue robado de su yate en Francia tenía un valor en el mercado de 4 millones de euros.
Con el paso del tiempo, las autoridades francesas dieron el caso por cerrado porque la mayoría de las veces, señaló Brand, "cuando un cuadro así desaparece totalmente es porque sus ladrones no lo han podido vender y apuestan por destruirlo para quitarse de problemas".
El propietario ofrecía una recompensa de 400.000 euros, pero tras perder la esperanza de encontrarlo, recibió 4 millones de euros de la compañía de seguros y ahora esta tiene el lienzo en su propiedad en Ámsterdam.
Un experto en arte estadounidense se encuentra en la capital holandesa analizando el cuadro para verificar su estado antes de ofrecérselo de nuevo a Abdulmalik, quien recuperaría una obra valorada en 25 millones de euros en subastas.