Buckland y su padre, dos reconocidos naturalistas británicos del siglo XIX decidieron que para conocer mejor las distintas especies animales lo mejor era comerse al menos un ejemplar de cada una.
Se ponen así, manos a la obra, en sus muchos viajes aprovechando los procesos de colonización de África, fue aprobando aquí y allá, trayendo algunas especies o trozos de ellas y haciendo banquetes experimentales en casa donde por ejemplo servía ratones, pastel de rinoceronte, trompa de elefante, cabeza de marsopa, lengua de caballo, puercoespín o insectos.
Además, se hizo amigo del cuidador de un zoo que cuando se moría algún ejemplar de alguna especie le llamaba para probarlos. Su vida se convirtió cada vez mas friki y alocada. No se sabe cuántos animales llegó a probar pero si su particular ranking de sabores, la mosca azul de la carne , fue considerado el peor plato de todos, seguido de cerca por el topo.