Ser amable con los demás debería de ser una obligación. Lamentablemente, no todas las personas se comportan adecuadamente con quienes tienen al lado, ya sea en su entorno más cercano o simplemente con desconocidos que prestan un servicio, como camareros, dependientes de tienda, etc.
Según la psicología, las personas que son simpáticas y se muestran amables con los demás poseen una serie de rasgos positivos. El mero hecho de levantarse para ayudar a recoger la mesa cuando se está en un restaurante, dirigirse con palabras de cariño para encontrar una prenda de ropa o cualquier otro gesto bondadoso, es señal de que la persona es madura emocionalmente.
Rasgos comunes en personas amables
- Empatía: Aquellos que son amables, incluso con quienes no conocen, son personas que tienden a ponerse en el lugar del otro, intentando entender su punto de vista o aquello por lo que están pasando. El hecho de ser seres empáticos les impulsa a ayudar, incluso cuando no se lo han pedido.
- Autodisciplina y responsabilidad: Generalmente, este tipo de personas son individuos que asumen responsablemente sus hechos, mostrando una autodisciplina que no todo el mundo posee. Esto se traduce en comportamientos pensando en cómo afectará a quienes tienen al lado, facilitando así la convivencia y el bienestar común.
- Inteligencia emocional: Son capaces de gestionar sus emociones de una forma efectiva y también entender la de los demás. De esta forma, favorecen las interacciones sociales positivas.
- Autenticidad: Actúan siempre basándose en su propio criterio y personalidad, por lo que no buscan la aprobación externa ni tampoco gustar a nadie. Esto demuestra que poseen un nivel de autoestima saludable, haciendo auténticas sus relaciones personales.
- Proactividad y disposición: Son personas proactivas, aquellas que no esperan a que se les pida ayuda, sino que se anteponen. Son capaces de ver cuándo es necesaria y actúan en consecuencia, demostrando una disposición orientada al servicio.
El impacto de la amabilidad en la sociedad
Ser amable no solo es positivo para uno mismo, sino también para la persona que recibe ese comportamiento. Según la psicología, la amabilidad mejora la salud mental y fortalece las relaciones personales, reduciendo la probabilidad de conflicto.
A veces un buen gesto o una muestra de cariño con quienes tratamos es crucial para que la otra persona se sienta cómoda. En una sociedad donde la individualidad conquista gran parte del día, gestos así son necesarios para contribuir a generar un ambiente más colaborativo y empático entre unos y otros.
Por tanto, ser amable no es únicamente cuestión de educación, sino un reflejo de la propia persona.

