Aprende a tener una relación sana

Cuatro patrones naturales en las parejas que conducen a la ruptura, según la psicología

En ocasiones las relaciones se van erosionando poco a poco sin mostrar unas causas claras. Es importante fijarse en los pequeños detalles de una relación para identificar los posibles errores que se están produciendo.

ondacero.es

Madrid |

Cuatro patrones naturales en las parejas que conducen a la ruptura, según la psicología
Cuatro patrones naturales en las parejas que conducen a la ruptura, según la psicología | Pexels

“No fue una gran pelea. Ni engaños, ni gritos. Pero, de alguna manera, nos distanciamos.” Así es como terminan muchas relaciones: se deshacen en silencio. No siempre son las traiciones obvias ni las discusiones explosivas las que separan a las parejas. A veces, son patrones más pequeños y menos evidentes los que causan el mayor daño. Como un comentario sarcástico o expectativas no dichas que alimentan el resentimiento.

Lo peligroso de estos patrones es que pueden pasar desapercibidos durante años. No generan caos de inmediato, pero van minando lentamente los cimientos de la relación hasta provocar la ruptura, muchas veces antes de que cualquiera de los dos lo note. El psicólogo estadounidense Mark Travers destaca, en un artículo escrito en la revista Forbes, cuatro de ellos:

1. El Saboteador Silencioso: La pasivo-agresividad

Imagina esto: sientes que algo no va bien, pero tu pareja insiste en que está todo perfecto. Tal vez te responde de manera cortante, evita el contacto visual u “olvida” hacer eso que le pediste... otra vez. Estos son signos de agresividad pasiva, donde el resentimiento no expresado burbujea por debajo de la superficie, erosionando la conexión. La agresividad pasiva a menudo surge de una combinación de hostilidad y el aprendizaje de evitar conflictos directos.

Un estudio de 2022 destaca que, aunque la agresión pasiva no siempre es abiertamente hostil, con frecuencia oculta sentimientos profundos de resentimiento y descontento. La investigación señala que las personas que crecieron en entornos donde expresar enojo no era seguro o aceptable son más propensas a adoptar formas indirectas de comunicar su frustración. La agresión pasiva se manifiesta cuando:

  • Practican trato silencioso o se retiran emocionalmente.
  • Hacen comentarios sarcásticos o ofrecen cumplidos indirectos.
  • Te excluyen sutilmente en situaciones sociales.

Para superar la agresión pasiva es necesario crear un espacio donde la honestidad esté asegurada. Reconocer cuándo se está comunicando frustración de forma indirecta y retarse a uno mismo a hablar antes de que el resentimiento crezca es fundamental. Por ejemplo, “Me gustaría que dividiéramos las tareas del hogar de manera más equitativa.” Reconocer las emociones sin culpabilizar: “Me sentí herido cuando mi sugerencia fue ignorada.” Si eres quien recibe estas señales, fomenta la apertura: “Siento que algo no está bien. Estoy aquí si quieres hablar de ello.”

2. La Relación de “Dar y Recibir”

El llevar la cuenta de todo comienza de manera inocente: anotar mentalmente quién pagó la última cena o quién organizó la última cita. Pero, con el tiempo, este comportamiento puede convertirse en una sensación de desequilibrio e injusticia, que si no se expresa, va socavando lentamente la relación. Algunos ejemplos de esto:

  • Llevar la cuenta de las tareas y responsabilidades: “Yo lavé los platos anoche, así que ahora te toca a ti.”
  • Medir la inversión emocional: “Siempre soy yo quien dice ‘Te amo’ primero.”
  • Comparar gestos de amor: “Fui a buscar tu café favorito, pero ni siquiera me escribiste un ‘buenos días’.”
  • Llevar un registro de las disculpas: “Yo fui quien se disculpó primero la última vez, ahora te toca a ti.”

Un estudio de 2019 publicado en el Journal of Social and Personal Relationships encontró que las parejas con una alta “orientación al intercambio” –aquellos que tienden a llevar la cuenta de los favores– experimentaron menor intimidad en los días en que hubo conflictos. Monitorear el dar y recibir intensifica los conflictos menores, lo que lleva a reacciones desproporcionadas y debilita la conexión y satisfacción general.

Escapar del ciclo del “marco de cuentas” comienza con un cambio de mentalidad: pasar de enfocarse en la equidad a centrarse en la generosidad y la conexión emocional.

  • Prioriza el dar sobre el contar. Los gestos de cuidado son más significativos cuando se hacen por amor, no por obligación.
  • Expresa tus necesidades no satisfechas de manera clara. En lugar de esperar que tu pareja note el desequilibrio, dilo abiertamente y sin culpas. Sé específico y directo, por ejemplo: “Me siento abrumado y necesito ayuda.”
  • Aprecia los pequeños gestos. Un simple “Gracias por encargarte de la cena” hace que tu pareja se sienta apreciada.
  • Enfócate en el panorama general. Las relaciones no son una división perfecta 50/50 todos los días. Confía en que, con el tiempo, el cuidado y el esfuerzo se equilibrarán.

3. Enmarañamiento y pérdida de individualidad

“El enmarañamiento” ocurre cuando las parejas dependen excesivamente la una de la otra para validación emocional, lo que lleva a una disminución del sentido de uno mismo. Es el cambio de “te amo” a “te necesito para sentirme completo.” Esta dinámica hace difícil que las personas distingan sus propias necesidades, deseos y sentimientos de los de su pareja.

El enmarañamiento en las relaciones puede verse de la siguiente manera:

  • Perder el contacto con hobbies, amistades o metas personales.
  • Buscar constantemente la validación o el consuelo de la pareja.
  • Sentirse culpable por querer tiempo a solas o experiencias independientes.
  • Priorizar la relación por encima del crecimiento personal.

Para abordar este problema, es necesario reconstruir los límites personales. Prioriza metas e intereses individuales y fomenta el crecimiento mutuo fuera de la relación. El tiempo aparte también fortalece la conexión al permitir la reflexión personal.

4. Un nido de promesas vacías

Es fácil caer en la tentación de las promesas de un futuro hermoso: visiones de matrimonio, hijos o una vida construida juntos. Pero cuando esas promesas se hacen sin intención genuina, dejan algo más que decepción: crean cicatrices emocionales profundas. Esto puede manifestarse en hablar de vivir juntos, pero nunca tomar pasos concretos para hacerlo, o prometer cambios durante los conflictos (“Juro que cambiaré”) sin respaldo.

Los investigadores sugieren que cumplir promesas no tiene que ver con el amor o la motivación emocional, sino con las habilidades de autorregulación. Las personas que carecen de la capacidad para planificar y cumplir son más propensas a romper sus promesas, aunque en su momento las hayan hecho de buena fe.

Para abordar este patrón:

  • Enfócate en las acciones más que en las palabras. La consistencia revela la verdadera intención. Presta atención a si tu pareja está trabajando activamente hacia lo que prometió.
  • Establece límites claros. Comunica tus expectativas y haz que tu pareja sea responsable. Si parece que no tiene intención de cumplir, abórdalo y ten una conversación honesta.
  • Y si eres tú quien hace las promesas, sé consciente de lo que te comprometes. En lugar de hacer declaraciones grandiosas en el calor del momento, asegúrate de que tus palabras estén alineadas con lo que realmente puedes cumplir.