Cocaína, la droga más consumida, sobre todo por hombres con una media de 36 años
Uno de cada tres personas que piden tratamiento por adicciones en la Asociación Proyecto Hombre es por consumo de cocaína, la sustancia más consumida entre los usuarios, con un rostro mayoritario de hombre, con una media de 36 años, y con empleo.
Son datos del informe 2017 del Observatorio de Proyecto Hombre, presentado hoy por esta ONG, junto al Plan Nacional sobre Drogas y Obra Social La Caixa, que destaca un aumento de los consumidores de
esa sustancia en tratamiento del 31,1 % de 2016, al 34,3 % del pasado año.
El perfil de la persona con adicción a cocaína es un varón de 35-36 años, que vive con su pareja e hijos o con sus padres, con estudios básicos y con empleo a tiempo completo durante los tres años anteriores a su ingreso, sin enfermedades crónicas y pocos con causas judiciales pendientes.
"La cocaína no es una droga de clase media-alta, sino que es consumida en todos los estratos sociales", ha explicado el experto de Proyecto Hombre Félix Rueda, encargado de detallar la investigación realizada sobre una muestra de casi 3.000 usuarios.
Sí se aprecian diferencias por sexo, los hombres consumen 11 veces más que las mujeres esta sustancia, ellos viven mayoritariamente con sus padres mientras que las mujeres con sus hijos y solas, y en general ellas presentan una menor cualificación académica.
"La situación de las mujeres complica el acceso a los tratamientos", ha señalado el experto, quien ha recordado que el 88 por ciento de las personas que acuden a Proyecto Hombre son varones, frente al 12 % que son mujeres. La edad de inicio de consumo de cocaína se sitúa en los 20 años y el periodo de latencia que discurre desde que se inicia el consumo de esta sustancia hasta que se comienza el tratamiento actual es de 16 años.
Frente a otras sustancias como el alcohol, el cannabis o la heroína, los consumidores de cocaína tardan menos tiempo en solicitar tratamiento. "La mayoría de las personas estaban trabajando cuando solicitaron el tratamiento, pero solo el 34 por ciento lo conserva cuando lo inicia", ha indicado.
Las personas que siguen estos programas vienen de empresas de servicios (como seguridad o paquetería), seguido del sector de la industria y la construcción. Respecto a la fuente principal de ingresos, los hombres la obtienen en mayor medida de la actividad laboral, mientras que las mujeres dependen más de la pareja, familia o amigos.
El informe señala que las personas con adicción a la cocaína presentan en general "una mayor estructuración personal, cuentan con apoyo socio-familiar y mantienen responsabilidades laborales y familiares". La directora de la asociación, Elena Presencio, ha recordado que ese aumento progresivo del consumo de cocaína detectado, en detrimento de otras sustancias que van bajando como el alcohol y el cannabis, lo confirma también el observatorio europeo, que ha
señalado "una mayor disponibilidad de cocaína en Europa y mayor producción de esa sustancia en América Latina".
Entre las recomendaciones, otro de los autores Jesús Mullor ha reclamado "la intervención preventiva en el ámbito laboral, ya que la mayoría de ellas estaban trabajando". También que se utilicen más esos tratamientos, que suelen durar
entre 12 a 18 meses, en personas internas con problemas de drogadicción, incluso como alternativa a ese ingreso en prisión cuando se dan las condiciones necesarias.
"El porcentaje de personas que cumplen el programa como alternativa a la prisión es bajo, se usa poco; de los casi 50.000 reclusos, si del 60 % el motivo son delitos de salud pública y contra el patrimonio, cabe pensar que alguna relación debe tener la droga", ha indicado Mullor, quien ha recordado que si se quiere "rehabilitar habría que pensar más en estas medidas alternativas a la prisión".
Los expertos proponen trabajar con las redes sociales la conflictividad que la mayoría de las personas con adicciones tienen con sus familias.
"La heroína sigue estando ahí, no hay que bajar la guardia en ninguna de las sustancias; el tema está en la persona, no en las sustancias, y en ofrecerles alternativas de vida", ha concluido Mullor.