En la mayoría de casos, la muerte se produce por imprudencias de los usuarios cuando acuden a espacios acuáticos. El mayor porcentaje de esos ahogamientos se producen en playas, seguido de ríos y piscinas.
La portavoz de la Federación Española de Salvamento y Socorrismo, Ana Domínguez, ha afirmado que, si vemos un ahogamiento, hay que "alertar a los servicios de emergencia y nunca intervenir si considera que puede poner en riesgo su propia seguridad".
El perfil de la víctima es un varón español con más de 45 años que se baña en playas sin vigilancia. Por ello, la Federación reclama un operativo de seguridad adecuado, porque afirma que en las playas el dispositivo no cubre las condiciones que debería tener ese espacio, ya sea por la longitud, por corrientes que puedan existir o por peligros propios de esas playas.
Según Domínguez, se debería hacer un estudio de cada una de esas playas y, en función de eso, adaptar el servicio de socorristas a las características específicas de cada espacio.
También hay que prestar especial atención a los niños que pueden ahogarse independientemente de la profundidad del agua y en poco tiempo. La principal recomendación: vigilancia absoluta a los menores y vallas en las piscinas que impidan su acceso.