SALUD

Por qué te duele la cabeza al beber agua fría: cuándo debes preocuparte

Un sorbo de agua helada. Un alivio instantáneo... y, de pronto, un rayo de dolor que cruza la frente como si el cerebro protestara por el frío. Para entenderlo, hablamos con José Miguel Soriano, catedrático de nutrición y bromatología.

Por qué no debes beber agua fría cuando tienes calor: estas son las razones

Los mitos sobre beber agua helada cuando hace mucho calor: cómo afecta al cuerpo

Los riesgos de tomar agua fría después de hacer deporte en verano, según un experto

Miriam Méndez

Madrid |

Audio: Entrevista a José Miguel Soriano, catedrático de nutrición, en Por fin, con Isabel Lobo / Imagen: Pixabay

Es pleno verano. El sol castiga sin tregua, y tras una caminata bajo los 40 grados o un entrenamiento intenso, lo único que uno desea es el alivio inmediato de un vaso de agua helada.

Pero, en lugar de bienestar, llega un latigazo inesperado: una punzada rápida e intensa en la frente que paraliza el momento y obliga a llevarse la mano a la cabeza. Es lo que millones de personas conocen como brain freeze o "dolor de cabeza por frío". Lejos de ser una simple anécdota, este fenómeno ha despertado el interés de médicos e investigadores, que llevan años tratando de entender por qué ocurre, cuándo es inofensivo y cuándo podría ser el aviso de algo más serio.

El mecanismo del dolor: una reacción del cuerpo al frío

El fenómeno, técnicamente denominado "neuralgia del ganglio esfenopalatino", se produce cuando algo muy frío entra en contacto rápidamente con el paladar o la parte posterior de la garganta. Este cambio brusco de temperatura provoca una contracción y luego una rápida dilatación de los vasos sanguíneos en la zona, en particular de la arteria cerebral anterior. La dilatación rápida provoca un aumento de la presión dentro del cráneo que, a su vez, activa los receptores del dolor en la meninge y se transmite al cerebro a través del nervio trigémino. Es ese nervio el que también está involucrado en otros tipos de cefaleas, como la migraña.

La sensación es tan peculiar como abrupta: una especie de electricidad fría que atraviesa la frente y dura apenas unos segundos. Puede parecer alarmante, pero es un reflejo del sofisticado sistema de alerta del cuerpo humano.

Estudios como el del Dr. Jorge Serrador en 2012 han demostrado, mediante ecografías Doppler, que este tipo de dolor es el resultado de una dilatación repentina de la arteria cerebral anterior. En otras palabras, el cerebro reacciona rápidamente para protegerse del cambio térmico, pero esa reacción desencadena dolor.

Un fenómeno más común en quienes padecen migrañas

Aunque todos pueden experimentar una cefalea por frío, hay personas que parecen estar biológicamente más predispuestas. Uno de los factores de riesgo más importantes es la migraña. De hecho, diversos estudios han encontrado que quienes padecen migrañas son significativamente más propensos a experimentar "brain freeze". El ICE-H Study, publicado en el British Medical Journal, observó que la velocidad con la que se consume un alimento frío influye directamente en la aparición del dolor. Comer helado con prisa, por ejemplo, duplicaba las probabilidades de sufrir esta cefalea.

Un estudio posterior, centrado específicamente en mujeres, reveló que aquellas con migraña activa tenían el doble de riesgo de sufrir dolor de cabeza al beber agua fría que las que no tenían antecedentes. Esto podría explicarse por una mayor sensibilidad del sistema nervioso central y, en particular, por la activación de los receptores TRPM8, que son responsables de la transducción del frío en las neuronas sensoriales primarias y se activan por bajas temperaturas, voltaje y compuestos como el mentol

Estos receptores son responsables de detectar sensaciones frías en la piel y las mucosas, y en personas con migraña podrían estar hiperactivos o más sensibles a los cambios de temperatura.

Una condición reconocida oficialmente

Podría parecer que este dolor transitorio y curioso no merece un nombre oficial, pero la medicina le ha dado un lugar en sus manuales. En la clasificación internacional de cefaleas (ICHD-3), la "cefalea por estímulo frío" está categorizada como una cefalea primaria, lo que significa que no deriva de otra enfermedad sino que es una entidad clínica por derecho propio.

Esta categoría no sólo incluye el dolor tras comer helado o beber agua fría, sino también otros tipos de exposición térmica: como nadar en agua helada, recibir una corriente de aire muy fría o incluso ducharse con agua fría de forma brusca. En todos estos casos, el mecanismo es similar: una estimulación térmica intensa en una zona altamente irrigada y ricamente inervada, que desencadena una reacción del sistema vascular cerebral.

Cuándo preocuparse: señales de alarma

No todos los dolores de cabeza son iguales, ni deben tomarse con la misma ligereza. Aunque el "brain freeze" es normalmente inofensivo, hay momentos en los que puede ser una señal de alerta. Los expertos advierten que si el dolor dura más de cinco minutos, si aparece con mucha frecuencia o si se acompaña de otros síntomas como vértigo, pérdida de equilibrio, visiones borrosas o dificultad para hablar, es momento de acudir al médico.

También se recomienda vigilar la aparición de este tipo de cefaleas en personas mayores, especialmente si nunca antes las habían experimentado. Las clínicas como Cleveland Clinic o la Mayo Clinic son claras al respecto: el dolor de cabeza por frío no debe ser doloroso de forma insoportable, ni incapacitante. Si lo es, hay que descartar otros diagnósticos, como una cefalea secundaria provocada por algún problema vascular, infeccioso o tumoral.

Para facilitar esta detección, se utiliza la herramienta SNNOOP10, una lista de señales de alarma que los profesionales emplean para identificar dolores de cabeza que requieren evaluación urgente. Entre ellos: cefaleas de inicio explosivo, asociadas a actividad física intensa, fiebre, rigidez de cuello, cambios mentales o antecedentes familiares de aneurismas o tumores cerebrales

Prevención y tratamientos para casos extremos

Para la gran mayoría, evitar el "brain freeze" es tan sencillo como cambiar algunos hábitos. Beber agua fría a sorbos pequeños, no tragar el helado de golpe, calentar ligeramente la comida fría con la lengua antes de ingerirla o, en caso de dolor, presionar la lengua contra el paladar para igualar la temperatura, son técnicas eficaces y seguras.

En pacientes que experimentan este tipo de dolor de forma reiterada y molesta, los especialistas pueden contemplar opciones preventivas. Aunque poco comunes, algunas personas se benefician del uso de antiinflamatorios como el naproxeno o incluso de bloqueos del ganglio esfenopalatino, una técnica médica que interrumpe temporalmente la transmisión del dolor desde esa zona. Sin embargo, estos tratamientos se reservan para casos severos o resistentes a las medidas básicas.

En definitiva, el "brain freeze", ese fulminante pinchazo en la frente tras un sorbo de agua helada, es mucho más que una simple molestia. Es, en realidad, una muestra precisa —y casi teatral— del sofisticado engranaje que constituye nuestro sistema nervioso. Basta un gesto tan cotidiano como beber algo frío para desencadenar una cascada de reacciones biológicas cuyo único objetivo es uno: proteger al cerebro.

Pese a su brevedad, el dolor es genuino y ha servido a la ciencia como una pequeña pero valiosa ventana para entender mejor los mecanismos que rigen nuestras arterias, nuestros nervios y la forma en que el cerebro responde ante estímulos externos.

Client Challenge

Y en una época en la que crece el interés por comprender el cuerpo humano más allá de los síntomas, estos fenómenos, aparentemente inofensivos, revelan la enorme complejidad de lo que sucede bajo nuestra piel. La próxima vez que un granizado te arranque una mueca de dolor, no lo tomes a la ligera: lo que está ocurriendo en tu cabeza es la representación perfecta del asombroso equilibrio que nos mantiene vivos.