ondacero.es
Colombia | 24.08.2015 16:56
El firme colocado hace solo 60 años, con el afán de simular y mejorar lo que fue este territorio conquistado por los españoles, no fue la tarea mejor resuelta. Faltó cemento con el que unir las piedras de canto rodado.
Echando un vistazo a la Plaza Mayor donde aparcamos el bus, queda claro cómo distinguir a los lugareños; ellos siempre caminarán mirando al frente. Nosotros siempre mirando al suelo, para no tropezar. Estamos a los pies de una colina y la intensidad de la luz es increíble. Enrique, que es nuestro guía y un libro abierto, nos cuenta que ese exceso de luminosidad estimula la glándula pineal liberando Melatonina. Quizá los insomnes conozcan esta sustancia relajante que reduce el estrés. Así que será por la luz que en Villa de Leyva se vive en la calle.
Degustando un tinto (café), unos besitos de novia (pastelito de merengue) o una cerveza Club Colombia fría. Pero siempre a su luz. De noche, también. La dulzaina y el tambor que traemos desde España para hacer sonar aquí y la sublime compañía que son los ruteros, hacen el resto.