Donald Trump ha vuelto a apuntar a Europa. Y no es que lo haya hecho de forma sutil, lo ha hecho con un mensaje directo: "Europa tiene que tener mucho cuidado", advirtiendo de que el continente "va en una dirección muy mala". Sus palabras han caído como un jarro de agua fría en Bruselas, donde el ambiente ya era tenso por varios frentes abiertos con Estados Unidos.
Todo ha ocurrido pocos días después de que la Casa Blanca presentara su nueva Estrategia de Seguridad Nacional. En ese documento, Europa no queda precisamente bien parada. De hecho se la describe como un socio en declive, demasiado regulador y con problemas internos que, según Washington, podrían afectar a su estabilidad futura. De hecho, Trump lo llevó más lejos en público: dijo que quiere "mantener Europa europea" y sugirió que el continente podría perder su identidad en los próximos años si sigue por el camino actual.
Los motivos
La preocupación de Trump no se queda solo en la economía o la defensa; él habla casi de un cambio de civilización. Y aquí entra uno de los temas más polémicos: la inmigración. La Casa Blanca sostiene que la UE ha tomado decisiones que podrían alterar la composición de sus sociedades a medio plazo, y esto conecta con discursos que se escuchan cada vez más en partidos de extrema derecha europeos.
Otro punto de fricción ha sido la reciente sanción europea contra la red social de Elon Musk. Bruselas justificó la multa por incumplir la normativa que exige controlar contenidos ilegales y desinformación. Pero para Trump, en cambio, se trata de censura pura y dura. Según él, una Europa hostil a la libertad de expresión.
Pero donde Trump ha sido más contundente es en defensa, porque siempre ha exigido con fuerza que los países de la OTAN eleven su gasto en defensa hasta el 5 % del PIB, muy por encima del 2 % que generalmente era la referencia. Con España ha ido especialmente lejos, insinuando que podría aplicar tarifas o presiones comerciales si no se incrementa el presupuesto militar.
Y en medio de todo esto está Ucrania. En Europa existe miedo a que Estados Unidos empiece a presionar para cerrar la guerra con concesiones a Rusia, algo que muchos gobiernos europeos no aceptarían.
Mientras tanto, Trump sigue apretando.

