El papa Francisco viajó a Asís para participar en la última jornada de diálogo y paz del congreso interreligioso promovido por la Comunidad de Sant'Egidio y que, durante tres días, ha reunido en Asís (centro de Italia) a líderes de todas las confesiones religiosas, además de a presidentes, ministros, economistas, teólogos, sociólogos y premios Nobel de la Paz.
A su llegada a la ciudad de San Francisco, el papa encontró en el Sacro Convento de Asís al custodio del templo, Mauro Gambetti; al patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé; al arzobispo de Canterbury, Justin Welby, y a otros líderes hebreos, musulmanes y budistas.
Posteriormente, mantuvo un almuerzo con algunos líderes religiosos y también con un grupo de 25 refugiados procedentes de Siria, Afganistán, Mali, Nigeria y Pakistán. Tras la comida, participó en una oración por la paz en la Basílica de San Francisco de Asís, donde condenó que aquellas personas que huyen de sus países en conflicto se encuentran "muchas veces el silencio ensordecedor de la indiferencia, del egoísmo de quien siente fastidio". En este acto, el papa y los diversos líderes religiosos rezaron por el fin de los conflictos y el establecimiento de la paz en diversas zonas del mundo.
Nombraron a países como Colombia, México, "herido por el narcotráfico", o Venezuela, pero también la República Democrática del Congo, Libia, Tierra Santa, Mozambique, Somalia, Afganistán o Ucrania. Al tiempo que se citaban los distintos países por los que se rezaba para que se estableciera la paz, los participantes encendieron una vela, entre cánticos religiosos. Concluido este acto, Bergoglio se dirigió en procesión acompañado por los líderes religiosos a la plaza de San Francisco de Asís, donde pronunció un discurso en favor de la convivencia fraternal y la paz.
"Reunidos aquí una vez más, afirmamos que quien utiliza la religión para fomentar la violencia contradice su inspiración más auténtica y profunda, que ninguna forma de violencia representa la verdadera naturaleza de la religión. Es más bien su deformación y contribuye a su destrucción", sostuvo. Francisco criticó la utilización del "nombre de Dios para justificar la violencia" y subrayó que "sólo la paz es santa y no la guerra".
A su juicio, las sociedades actuales sufren una "gran enfermedad" que es "la indiferencia", un virus -dijo- que "paraliza, que vuelve inertes e insensibles, una enfermedad que ataca el centro mismo de la religiosidad, provocando un nuevo y triste paganismo: el paganismo de la indiferencia". Repudió "las guerras, el terrorismo y la violencia" y recordó el viaje que realizó hace pocos meses a la isla griega de Lesbos, donde vio "en los ojos de los refugiados el dolor de la guerra, la angustia de pueblos sedientos de paz".
Una paz necesaria, dijo, que "anhela la humanidad" y que "no puede brotar de los desiertos del orgullo y de los intereses particulares, de las tierras áridas del beneficio a cualquier precio y del comercio de las armas".Para poner fin a los conflictos y a las tensiones es necesario poner "en el primer lugar a los que sufren" y afrontar las situaciones "desde dentro". Finalmente, el papa hizo un llamamiento para que todas las personas, con independencia de su confesión religiosa, "se reúnan y susciten concordia, especialmente donde hay conflictos", y se liberen "de las pesadas cargas de la desconfianza, de los fundamentalismos y del odio".
También se dirigió a los "líderes de las naciones, para que no se cansen de buscar y promover caminos de paz, mirando más allá de los intereses particulares y del momento". Tras el discurso, el papa Francisco saludó a algunos de los participantes en este congreso interreligioso por la paz que ha reunido durante tres días a miles de participantes y a más de 500 líderes religiosos, políticos y del mundo de la cultura de todas partes del mundo.
A Asís han asistido por ejemplo el patriarca ecuménico de Constantinopla Bartolomé I; el presidente de la República Centroafricana, Faustin-Archange Touadéra, los premios nobel de la Paz Hassine Abassi y Amer Meherzi, el filósofo y sociólogo polaco Zygmunt Bauman o el gran duque de Luxemburgo, Enrique de Nassau-Weilburg y Borbón-Parma. El encuentro ha conmemorado el trigésimo aniversario de la Jornada de Oración por la Paz que tuvo lugar el 27 de octubre de 1986 y que fue impulsada por el papa San Juan Pablo II.