El papa Francisco ha pedido a los obispos y a todos los religiosos mexicanos que "no minusvaloren el desafío" que el narcotráfico representa "para le entera sociedad mexicana, comprendida la Iglesia", en su discurso en la catedral de Ciudad de México.
Francisco aseguró que el narcotráfico, por su proporción y por su extensión en el país, "es como una metástasis que devora". "La gravedad de la violencia que disgrega y sus trastornadas conexiones, no nos consienten a nosotros, pastores de la Iglesia, refugiarnos en condenas genéricas", insistió.
Les pidió también "coraje profético y un serio y cualificado proyecto pastoral" para contribuir a crear una "delicada red humana, sin la cual todos seríamos desde el inicio derrotados por tal insidiosa amenaza". La receta del papa a los miembros de la Iglesia para acabar con el narcotráfico y la violencia fue la de comenzar "por las familias; acercándonos y abrazando la periferia humana y existencial de los territorios desolados de nuestras ciudades; involucrando las comunidades parroquiales, las escuelas, las instituciones comunitarias, la comunidades políticas, las estructuras de seguridad".
Considero que "sólo así se podrá liberar totalmente de las aguas en las cuales lamentablemente se ahogan tantas vidas, sea la de quien muere como víctima, sea la de quien delante de Dios tendrá siempre las manos manchadas de sangre, aunque tenga los bolsillos llenos de dinero sórdido y la conciencia anestesiada". El Papa, que por el largo discurso tuvo que beber agua, les pidió que "sean por lo tanto obispos de mirada limpia, de alma transparente, de rostro luminoso".
"No tengan miedo a la transparencia. La Iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar. Vigilen para que sus miradas no se cubran de las penumbras de la niebla de la mundanidad; no se dejen corromper por el materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa", les aconsejó.
En una parte improvisada de su discurso, Francisco recomendó a los obispos mexicanos que "si tienen que pelearse, peléense. Si tienen que decirse cosas, se las digan. Pero como hombres, en la cara".
Francisco confió que la Iglesia sea capaz de colaborar para "contribuir a la unidad de su pueblo; de favorecer la reconciliación de sus diferencias y la integración de sus diversidades y de promover la solución de sus problemas endógenos". "México y su Iglesia llegarán a tiempo a la cita consigo mismos, con la historia, con Dios", dijo el papa, que también señaló que "tal vez alguna piedra en el camino retrasa la marcha, y la fatiga del trayecto exigirá alguna parada".