Decenas de miles de personas han marchado este sábado por las calles de Budapest para celebrar el Día del Orgullo a pesar de las advertencias de "consecuencias legales" lanzadas por el primer ministro húngaro, Viktor Orbán.
La marcha ha transcurrido con relativa normalidad, en un ambiente festivo a pesar de la tensión, en medio de protestas de organizaciones conservadoras y de extrema derecha que denuncian la "propaganda" LGTBI y reivindican la protección de la infancia.
Asistencia histórica
Las organizaciones convocantes, Amnistía Internacional Hungría, Sociedad Háttér, Comité de Helsinki Húngaro, la Fundación Misión Arcoíris y la Unión por las Libertades Civiles Húngara, han anunciado una participación récord. "Este evento ha sido uno de los hitos más importantes para la comunidad LGTBI", indica Máté Hegedüs, portavoz de 'Budapest Pride'. Tal ha sido el éxito de la convocatoria, que la organización ha cifrado la asistencia en unas 200.000 personas.

La marcha ha comenzado a las 15.00 horas en Buda, en el Parque del Ayuntamiento, y ha recorrido el bulevar del Museo, la plaza Kálvin y el bulevar Vamhaz para atravesar el río Danubio por el puente Szabadság, dejando una de las imágenes más icónicas del recorrido con un puente abarrotado.
El evento estaba prohibido según una nueva ley impulsada por el partido de Orbán. La norma estipula que es posible prohibir eventos públicos si ponen en peligro el desarrollo considerado como "adecuado" de los menores de edad. Y aunque Orbán descartó emplear violencia, advirtió de "consecuencias legales" para los asistentes.
El primer ministro húngaro ya había salido al paso el jueves en Bruselas de las críticas internacionales para señalar que Hungría es "un país civilizado en el que todo el mundo tiene el derecho a reunirse y a expresar su opinión", si bien también resaltó que, por encima de cualquier derecho, debe estar "el derecho a la protección de los niños".