"El asesinato cobarde de Alexandr Zajárchenko es una prueba más de que aquellos que han elegido el camino del terror, la violencia y la amenaza no quieren una solución pacífica al conflicto, ni dialogar con la población" del este de Ucrania, reaccionó a la noticia el presidente ruso, Vladímir Putin.
El mandatario ruso, en un comunicado del Kremlin que se refiere claramente a las autoridades ucranianas, advirtió de que "los organizadores y autores materiales de este crimen tendrán su merecido castigo".
Los responsables del atentado, agregó el líder ruso, "hacen una peligrosa apuesta de desestabilizar la situación, de poner de rodillas al pueblo del Donbás (como se conocen las regiones rebeldes de Ucrania). No lo van a conseguir".
La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María Zajárova, y el presidente de la Duma del Estado (cámara baja del Parlamento), Viacheslav Volodin, no dudaron en señalar a Kiev como responsable de la muerte del líder separatista.
"Hay fundamentos para pensar que detrás de ese asesinato está el régimen de Kiev, que en más de una ocasión ha echado mano de métodos similares para deshacerse de los que discrepan", dijo Zajárova a los periodistas.
Zajárova acusó al Gobierno ucraniano de apostar por el "guion del terrorismo, en lugar de cumplir con los Acuerdos de Minsk (para la paz en el este de Ucrania) y buscar la vías de solución al conflicto".
"Tras incumplir con la promesa de la paz, han decidido dar paso a una masacre sangrienta", aseveró.
En la misma línea, Volodin dijo que "por un lado, las autoridades de Kiev defienden una solución pacífica" del conflicto con los rebeldes, "y por otro, se deshacen con métodos terroristas de los representantes de la autoridad elegida legítimamente en el Donbass".
Mientras, las autoridades ucranianas ofrecieron su propia versión del asesinato de Zajárchenko, que dirigía el gran bastión de los separatistas prorrusos desde hace cuatro años, prácticamente desde el principio de la sublevación del este de Ucrania en abril de 2014.
"La muerte de Zajárchenko puede ser resultado de conflictos criminales entre los milicianos, en primer lugar relacionados con el reparto de los negocios. Tampoco descartamos el intento de los servicios de inteligencia rusos de eliminar a una figura tan odiosa", dijo una televisión local Ígor Guskov, un alto cargo del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU, en sus siglas en ucraniano).
Zajárchenko, de 42 años y considerado el hombre fuerte del Kremlin en el este de Ucrania, murió en un atentado con bomba contra la cafetería "Sépar" (Separatista, en la jerga de las fuerzas ucranianas), a pocos metros de su domicilio.
En el atentado también resultaron heridas otras tres personas, entre ellas el llamado ministro de Finanzas del territorio rebelde y número dos del líder separatista, Alexandr Timoféyev.
Las autoridades de la RPD informaron de la detención e identificación de los supuestos ejecutores materiales del atentado, organizado según los rebeldes por el SBU, aunque no dieron más detalles.
Zajárchenko asumió el poder en la autoproclamada república popular de Donetsk (RPD)a comienzos de agosto de 2014, en una fecha que coincidió con la contraofensiva de las milicias prorrusas que paró el avance de las fuerzas de Kiev y que costó la vida a cientos de militares ucranianos.
La inesperada contraofensiva llegó tras repetidos éxitos militares de Kiev y resultó ser demoledora para las intenciones del Gobierno ucraniano de recuperar los territorios controlados por los rebeldes.
Kiev y parte de la comunidad internacional asumieron desde entonces que los separatistas contaron con el apoyo militar de Moscú para frenar el avance ucraniano.
Las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk se sublevaron contra Kiev en abril de 2014, poco después del triunfo de la revolución europeísta del Maidán (febrero de 2014) que derrocó el régimen del expresidente Víktor Yanukóvich.
El Kremlin, que para entonces ya se había anexionado la península de Crimea, respaldó la sublevación, pero el Gobierno de Kiev respondió con determinación al separatismo y el conflicto derivó en una guerra que, según la ONU, ya ha costado la vida a más de 10.000 víctimas, entre civiles y combatientes.