Madrid |
Convenció a un amigo para que incluyera en su ataúd un reproductor que, accionado a distancia, permitiera hacer escuchar una grabación de él pidiendo salir de ahí justo tras la solemne melodía de una gaita escocesa.
Tras el evidente susto inicial, Shay Bradley, el fallecido, un veterano del Ejército irlandés, logró su objetivo, ya que todos los presentes en el cementerio rompieron en carcajadas. Empezando por su hija Andrea, que se ha encargado después de difundir el vídeo grabado por el cómplice del difunto, el que escondió el reproductor. Andrea ha recordado que su padre adoraba hacer reír y estaría ahora encantado de ver cuánta gente ha reído con su broma póstuma.