El presidente saliente entrega el bastón de mando con un bajo nivel de popularidad y un Partido Socialista en horas bajas

Hollande pasa el testigo a Macron marcado por la impopularidad y el terrorismo

La llegada de Emmanuel Macron al Elíseo pone fin al mandato de un presidente, François Hollande, que ha pasado en cinco años de ser la gran esperanza socialista a un mandatario impopular que, por primera vez en la historia de la V República, ha renunciado a luchar por una candidatura a la reelección que parecía abocada al fracaso.

ondacero.es

Madrid |

Emmanuel Macron tras su victoria en las elecciones en Francia | Getty

Hollande recuperó en 2012 el Elíseo para un Partido Socialista que se había resignado a ser la alternativa desde la salida de François Mitterrand en 1995. Se impuso a costa de Nicolas Sarkozy, que vio truncados sus deseos de seguir cinco años más en el cargo, en unas elecciones que supusieron un punto y aparte para los conservadores.

Los socialistas, en cambio, encaraban un periodo de confort --control presidencial y parlamentario-- que se ha topado con la realidad de una economía lastrada y de una inseguridad creciente. Francia, de hecho, es a día de hoy un país bajo estado de emergencia, después de que así lo decretase Hollande tras los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París.

Uno de los objetivos prioritarios que se marcó el nuevo presidente fue el descenso de la curva del paro y Hollande incluso condicionó su segunda candidatura el Elíseo al cumplimiento de esta promesa. Cinco años después, el escenario sigue siendo incierto, ya que 2016 cerró con un ligero descenso interanual --68.000 parados menos, en el entorno del 10 por ciento de desempleo-- que no parece consolidado a tenor de los últimos datos.

El equilibrio presupuestario que Hollande prometió cinco años atrás tampoco se ha cumplido y Francia deberá conformarse con concluir este año con un déficit del 2,8 por ciento, según las previsiones del Gobierno.

A nivel social, Hollande puede presumir de haber llevado a Francia el 'matrimonio para todos' y de haber reforzado sectores como la educación con decenas de miles de contrataciones, si bien diversos estudios siguen mostrando a Francia como un país desigual y con problemas de integración.

Sin embargo, por lo que previsiblemente será recordada la etapa Hollande será por la amenaza terrorista que se ha cernido en estos últimos años sobre el país. Cuando el 7 de enero de 2015 los hermanos Kouachi irrumpieron en la redacción de 'Charlie Hebdo', pocos se atrevían a pronosticar la cadena de ataques de los que Francia sería escenario.

Ese mismo año, el 13-N, una célula vinculada a Estado Islámico masacró a 130 personas en distintos puntos de París y la sombra de dicha organización terrorista ha estado presente también en otros atentados como el de Niza del 14 de julio de 2016, cuando86 personas murieron atropelladas por un camión en plena festividad nacional.

La lucha contra el terrorismo y por la seguridad, la misma que llevó a Hollande a enviar tropas a Malí y República Centroafricana, llevó al Gobierno a promover un endurecimiento legislativo que incluía como medida estrella la retirada de la nacionalidad para los condenados. El proyecto ha terminado enterrado en medio de la división.

LEGADO A MACRON

"Aún queda mucho por hacer, señor presidente", le dijo Hollande a Macron el pasado miércoles, en el que ha sido su último acto oficial como jefe del Elíseo. Deja el país en manos de quien fue su asesor en las elecciones de 2012, un Macron que ha escuchado precisamente en campaña como principal reproche ser el "heredero" político de Hollande.

Cuando Hollande nombró a un joven exbanquero sin experiencia política al frente del Ministerio de Economía en agosto de 2014, seguramente no se imaginaba que la aventura en solitario que Macron emprendería dos años más tarde terminaría llevándole tan lejos.

El presidente saliente permaneció en un segundo plano en toda la campaña y evitó pedir públicamente el voto para el candidato oficial socialista, Benoît Hamon, al que todas las encuestas dejaban relegado al puesto que finalmente ha terminado ocupando, el quinto.

Con Hamon fuera de juego, y con el peligro de una victoria ultraderechista más real que nunca, Hollande tomó la palabra y rompió una lanza en favor de Macron, "por el bien de Francia". Unos días después de la segunda vuelta, celebró que los ciudadanos galos hubiesen expresado "su apego a la República".

EL FUTURO

Hollande abandona el Elíseo sin un horizonte claro. En el terreno personal, teóricamente sigue manteniendo una relación no oficializada con la actriz Julie Gayet que arrancó envuelta en la polémica --salió a la luz cuando la periodista Valérie Trierweiler aún figuraba como pareja oficial del presidente, en enero de 2014--.

A nivel profesional, Hollande no ha desvelado de forma clara cuál será su futuro o si la retirada de la política es definitiva. "¿Cómo puedo ser útil a mi país? Es esta cuestión la que voy a responder ahora, reflexionando, trabajando, produciendo e interviniendo cuando me parezca útil", declaró en su último acto.

Así, está por ver si Hollande opta por retirarse completamente de los focos o mantiene su presencia, quizás para mantener parte de los galones que el Partido Socialista va perdiendo a golpe de deserciones y titulares. Su predecesor en el Elíseo, Nicolas Sakozy, pasó de renegar de la política a refundar el principal partido conservador e intentar, sin éxito, recuperar la presidencia.

En el caso de Sarkozy, sin embargo, el exmandatario podía utilizar como eximente que perdió su batalla por la reelección, pero al menos lo intentó. Hollande ha pasado a la historia por ser el primer presidente de la V República francesa que ha renunciado de antemano a ese hipotético segundo mandato, debido a unos niveles de popularidad que apenas superan el 20 por ciento.

Mientras delibera sobre su futuro, Hollande podrá disfrutar de una pensión mensual de unos 15.000 euros brutos, resultado de la suma de cuatro pagas distintas: como expresidente de la República (5.184 euros), como antiguo diputado de Corrèze (6.208 euros), como ex consejero del Tribunal de Cuentas (3.473 euros) y como antiguo presidente del consejo general de Corrèze (235 euros), según el periódico 'Le Figaro'. Además, si entra a formar parte del Consejo de Estado percibiría una paga de 14.000 euros brutos al mes.