La Dirección General de la Competencia, el Consumo y la Represión de Fraudes (DGCCRF), que llevó a cabo una investigación en 2016 y 2017, estimó que más de 70.000 hectolitros el vino español fueron maquillados, lo que equivale a 10 millones de botellas.
Sus servicios controlaron a los grandes importadores franceses y constataron fraudes en las operaciones de cuatro negociantes, señaló el director adjunto del gabinete de la DGCCRF, Alexandre Chevallier, en declaraciones a "Le Parisien". Uno de ellos, en Narbona, hizo pasar por francés 30.000 hectolitros de rosados que habían llegado desde España.
Chevallier contó que habían recibido alertas desde finales de 2015 y por eso lanzaron inspecciones en todos los eslabones del sector, desde los productores a los importadores, pasando por los restaurantes o los grupos de distribución. En un 22 % de los establecimientos visitados se constataron anomalías más o menos graves.
Se han abierto procedimientos penales por los cargos de engaño, prácticas comerciales engañosas, engaño en banda organizada o usurpación de signos de calidad. Esos delitos entrañan penas de hasta dos años de cárcel y 300.000 euros de multa. La razón que está detrás de este fraude de grandes dimensiones es que el rosado español se compraba en 2016 por una media de 34 céntimos de euro el litro, cuando el francés valía de 75 a 90.
Las prácticas irregulares más frecuentes puestas en evidencia por los servicios antifraude son de etiquetado: la mención del origen aparecía en un lugar poco visible mientras que diversos elementos presentaban el producto como francés, como ilustraciones de propiedades vinícolas o incluso banderas francesas.
En muchos casos se ofrecían menciones que prestan a la confusión, como vino "embotellado en Francia". En otros se presentaban caldos extranjeros en espacios de tiendas dedicados a los franceses.