China vive una situación insostenible. El país asiático sigue tratando de mantener a raya el Covid cueste lo que cuesta, pese a las críticas de la OMS y de los números: más de 15.000 fallecidos desde que se declaró la pandemia. La última medida ha ido un paso más allá y busca limitar la salida de ciudadanos del país y el número de pasaportes.
Desde el país buscan evitar la propagación del virus. Además, sumado a un día a día repleto de confinamientos estrictos, convierte la situación en imposible para muchas personas. Trámites como registrar a un bebé recién nacido o llevarlo a sus revisiones médicas no son posibles.
Los padres se encuentran en un limbo legal. Los consulados están cerrados desde finales de marzo y sus empleados han quedado atrapados como el resto de la población por el confinamiento, por lo que registrar una partida de nacimiento es un auténtico rompecabezas. No se puede acceder a los notarios ni a las autoridades chinas para que legalicen la situación.
La rigidez de la burocracia española tampoco ayuda, sin posibilidad de realizar el trámite online. Sin pasaporte, los bebés españoles se encuentran atrapados y con serias dificultades incluso en caso de repatriación. Es un momento muy duro para los padres, que tampoco pueden acudir a las visitas médicas obligatorias de sus niños, por el cierre de hospitales y la falta de transporte.
Por último, se añade el temor de dar positivo y acabar con sus bebés o niños pequeños en un centro de aislamiento.
