La ministra Arancha González Laya tendrá que lidiar con un nuevo desencuentro, uno más en la larga lista de episodios, en el que sobresale el sucedido en la isla de Perejil en 2002 cuando gobernaba Aznar. En julio de 2002, cuando gobernaba en Marruecos Mohammed VI. Un grupo de gendarmes marroquíes desembarcó en el islote y la tensión diplomática entre España y Marruecos fue en aumento. Aquel desencuentro requirió la intervención de EEUU.
Delicada es siempre la relación a cuenta de Ceuta y Melilla, territorios que Rabat considera que deberían ser suyos. Juan Vivas, presidente de Ceuta, considera que la "actitud del país vecino tiene claros síntomas de un intento de aislamiento y asfixia".
La pesca y la migración ocasionan enormes desencuentros que suelen coincidir con visitas oficiales de España a Marruecos. Marruecos, sabedor de su importancia estratégica, lanza nuevos desafíos. El investigador Eduard Soler del CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs) considera que "Marruecos repite una pauta que es familiar: crea situaciones que necesitan de su colaboración, y esa colaboración tiene un precio". España evita el conflicto abierto. Marruecos debe entender que enfrentarse con España es enfrentarse con toda la Unión Europea.