El Gobierno de Reino Unido ha expuesto este martes por boca de Carlos III las prioridades legislativas para el periodo más inmediato, con alegatos en favor del endurecimiento de penas o la limitación de la llegada irregular de inmigrantes, si bien los focos han estado puestos en esta ocasión en la ceremonia en sí, ya que se trata del primer discurso del rey del nuevo monarca.
La última vez que un rey habló en nombre del Gobierno fue en 1950, con Jorge VI. Durante siete décadas, fue la difunta Isabel II la encargada de pronunciar un simbólico discurso que da inicio al curso parlamentario en el Palacio de Westminster, testigo que ahora recoge su hijo mayor y que de nuevo ha tenido como espectadores a los principales dirigentes políticos, incluido el primer ministro, Rishi Sunak.
Un discurso sin sorpresas
Carlos III ha comparecido acompañado por la reina Camila para esbozar más de una veintena de leyes, en una alocución sin grandes anuncios ni sorpresas que ha mantenido algunas de las grandes líneas que ya venía avanzando el Ejecutivo, por ejemplo con "sentencias más duras" para los delitos graves o protocolos de vigilancia más estrictos en lugares públicos.
En el ámbito migratorio, Londres sigue decidido a perseguir "el peligroso e ilegal" tránsito de embarcaciones en el canal de la Mancha, mientras que en el sanitario promete reducir las listas de espera y avanzar hacia "una generación libre de humo", restringiendo la venta no sólo de tabaco sino también de vapeadores, cuyo consumo preocupa entre menores.
Reino Unido aspira además a sacar partido de las supuestas "ventajas" que le ha supuesto romper con la Unión Europea para "hacer más competitiva la economía", lo que abre la puerta a apostar por sectores emergentes como pueden ser los coches autónomos y la inteligencia artificial.
Movilizaciones antimonárquicas
El primer ministro ha defendido que el discurso leído por Carlos III esboza medidas para "un mejor Reino Unido", mientras que para la oposición laborista, favorita en los sondeos, resume "un programa bastante patético de apaños", en unas primeras valoraciones previas a un debate más amplio en la Cámara de los Comunes, informa la BBC.
A pie de calle, el evento ha dado pie también a movilizaciones antimonárquicas, con grupos reunidos frente a Westminster con pancartas en las que podía leerse 'No es mi rey' y que ya se han convertido en una tónica recurrente en los principales actos públicos de la familia real británica.