El Gobierno asume el golpe electoral en Extremadura y se prepara para transitar el resto de la legislatura en minoría, con un objetivo claro, el de resistir hasta el final del mandato. Pedro Sánchez da por hecho que agotará los dos años que quedan, incluso sin Presupuestos Generales del Estado, bloqueados por la negativa de Junts y de Carles Puigdemont.
Tras el peor resultado histórico del PSOE en Extremadura y con la vista puesta en futuras citas electorales como Aragón, el Ejecutivo ha optado por una estrategia de supervivencia política. Según publica El País, el presidente ha ordenado a sus ministros que, a la vuelta de vacaciones, presenten entre tres y cuatro medidas de carácter social cada uno. Deben ser iniciativas "vendibles", "ambiciosas" y "disruptivas", fácilmente identificables con el Gobierno.
El matiz clave es que esas medidas no tengan que pasar por el Congreso de los Diputados. El Ejecutivo asume que no cuenta con una mayoría parlamentaria suficiente para sacar adelante iniciativas de calado y apuesta por actuaciones de rango reglamentario que eviten votaciones que no puede ganar. Una forma de gobernar basada en decretos, anuncios y gestos políticos sin respaldo legislativo.
Esta estrategia ha sido defendida abiertamente por la ministra portavoz, Elma Saiz, que ha reconocido en la Cadena SER que existen muchas actuaciones posibles sin necesidad de convalidación parlamentaria. "Hay cuestiones que no necesitan un rango de ley. Hay mucho que se puede hacer para mejorar la vida de la gente con medidas de rango reglamentario", ha señalado, rechazando que eso reste valor a la acción del Gobierno.
La deriva preocupa por su alcance en términos democráticos con un Poder Ejecutivo que prescinde abiertamente del Legislativo. La acción del Gobierno toma como referencia la permanencia en el poder, aun prescindiendo de la vía parlamentaria en un contexto de clara minoría.
En la práctica, el Gobierno apuesta por una legislatura de mínimos, apoyada en medidas sociales de impacto mediático y en la evitación sistemática del Congreso. Una fórmula que permite ganar tiempo, pero que abre un debate sobre el equilibrio entre el poder Ejecutivo y el Legislativo en un escenario de bloqueo parlamentario.

