"Tenemos que empezar a asimilar todo esto que todavía nuestras cabezas no pueden", reconoce Patricia. Le cuesta "pensar en mañana" y no está preparada para volver a su casa, los planes a largo plazo no entran todavía en sus pensamientos.
"Esto es como el mar cuando tiene una marejada grande. Después la resaca trae olitas, estoy más tranquila. Con Ángel cerca, le vemos mejor, más tranquilo también. Estamos con la resaca y no somos conscientes de lo que ha pasado", explica Patricia. Los padres de Gabriel evitan el contacto con los medios de comunicación pero ayer vieron la rueda de prensa de la Guardia Civil en la que explicaron cómo se desarrolló la operación. Ha agradecido a los agentes su profesionalidad y cercanía. "Dieron un ejemplo de saber estar y de generosidad".
Sobre el móvil del crimen cree que ese punto lo tendrán que esclarecer los investigadores pero tiene claro que su hijo en ningún momento le habló mal a Ana Julia Quezada, tal y como aseguró ella en su declaración.
"Mi sensación personal es que esta mujer repite un patrón haya donde esté. Es una mente enferma y espero que con el tiempo nos puedan aclarar cómo funciona la cabeza de esta mujer", señala. Lo que le consuela del fatal desenlace es que la "la bruja está en la cárcel y el pescaito la ha parado".
"Mi hijo era un niño con una capacidad de perdón bonita y tenía mucha empatía. Pocas veces he visto yo a mi hijo cabreado porque le hayan dado un empujón y generalmente arreglaba los problemas hablando, las palabras que ella dice ni me llegan ni me las creo.", destaca. Reconoce que los sentimientos de rabia y frustración existen pero evita por todos los medios convertirlas en ira.
"Habrá más Gabrieles, más personas que necesiten apoyo y espero que esto sea un río que se haya abierto en el que de alguna manera sigan los pescaitos", finaliza.