La sesión de control al Gobierno de esta semana ha dejado un hecho llamativo. Pedro Sánchez y Yolanda Díaz se mostraron especialmente críticos con sus socios independentistas y optaron por el reproche directo. Una ruptura con la ausencia de confrontación que ha sido habitual durante la legislatura.
Los dardos de Sánchez y Díaz
El presidente del Gobierno se dirigió al portavoz de ERC, Gabriel Rufián, con una crítica poco habitual: “La diferencia entre usted y yo, con todos los respetos, es que si fuera por usted hoy no tendríamos una reforma laboral, porque ustedes entre cero y cien prefieren quedarse en cero”.
La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, elevó el tono contra Junts tras el rechazo de su propuesta de jornada laboral de 37,5 horas: “Usted no se pone del lado del trabajador y la trabajadora catalana ni del autónomo catalán. Usted se pone de quién en España y en Cataluña se está forrando”.
Unas palabras que se suman a las que pronunció en Más de Uno en Onda Cero, donde acusó a los de Puigdemont de “chantaje” y advirtió: “Tengo límites y no voy a entregar mi país”.
Hasta ahora, tanto Sánchez como Díaz habían evitado el choque directo, conscientes de que su estabilidad parlamentaria depende en gran parte del apoyo de ERC y Junts.
Sin embargo, la tensión se ha visto alimentada por varios factores. Entre ellos, el malestar en la Moncloa por la dureza de ERC por el caso Santos Cerdán, con Rufián mencionando en figurado “la Gürtel del PSOE”. “La izquierda no es corrupta. La izquierda no roba”, replicó Sánchez visiblemente molesto.
La incógnita es si este viraje responde a una estrategia del Gobierno para marcar distancia con unos socios cada vez más incómodos o si se trata de un episodio aislado fruto del desgaste de la negociación parlamentaria. Este distanciamiento llega en un momento delicado, con los Presupuestos Generales del Estado aún pendientes y con victorias parlamentarias que se antojan cada vez más complicadas.

