Pedro Sánchez anunció en su conferencia de prensa como una de sus medidas que mantendrá encuentros con sus socios de coalición para escuchar sus propuestas. En lugar de someterse a una cuestión de confianza formal, como establece la Constitución, el presidente del Gobierno ha optado por una ronda de contactos discretos con sus socios. Una especie de confianza a puerta cerrada que evita la incómoda foto de una votación parlamentaria de sus socios.
Una estrategia de supervivencia
Sánchez basó gran parte de su discurso en desafiar a la oposición, entre otras cosas, a presentar una moción de censura como recoge la Constitución. Sin embargo, elude la cuestión de confianza, también recogida por la Constitución. En su lugar, ha iniciado una ronda de consultas con los partidos que le hicieron presidente.
La iniciativa arrancó ayer con una conversación de más de una hora con Yolanda Díaz. La vicepresidenta segunda y líder de Sumar dejó claro tras el encuentro que las explicaciones del presidente han sido “insuficientes” y que “no puede actuar como si nada hubiera pasado”. Aun así, el compromiso es mantener abierta la coalición, con una reunión del comité de seguimiento para discutir medidas de regeneración.
Esquivar el Congreso
No habrá votación en el Congreso, y por tanto, los socios del Gobierno no tendrán que retratarse públicamente en una situación que podría dividirlos o desgastarlos ante sus bases.
No se trata de pedir confianza, sino de confirmar que los apoyos siguen, explican fuentes gubernamentales. Antonio Maíllo (Izquierda Unida) lo admitía con naturalidad: “La cuestión de confianza no está encima de la mesa”. En paralelo, Mónica García pedía responsabilidades con un claro “que caiga quien tenga que caer”, mientras que Podemos rechaza directamente participar de una operación que considera un “lavado de cara de un partido corrupto”, en palabras de Pablo Fernández.
Los apoyos, más caros
En este nuevo escenario, la estabilidad del Gobierno se mantiene, pero a un coste político al alza. ERC pone sobre la mesa el nuevo modelo de financiación autonómica como condición; Junts observa y evalúa; PNV y Bildu ya han iniciado contactos para trasladar sus exigencias. Si el presidente quiere llegar hasta 2027, deberá pagar por cada voto con compromisos concretos. Y cada vez serán más exigentes.