CASO crucero

Las argucias de Ángel Cabo con los "empresarios desesperados"

Un testigo del caso Crucero, a cuyo sumario ha tenido acceso Onda Cero, describe al liquidador de Marsans, como una persona con “muy malas formas y siempre con el grito en la boca” y señala a De Cabo como el hombre que engañó a Díaz Ferrán y Gonzalo Pascual abocando a sus empresas a una situación insostenible para quedarse con sus “joyas de la corona”.

ondacero.es

Madrid | 13.02.2013 10:13

El empresario Ángel de Cabo
El empresario Ángel de Cabo | Agencias

El levantamiento del secreto sumarial también revela que Angel de Cabo guardaba en casa un arma, además de 380.00 euros y 10.000 francos. La policía cree que la letra escrita en esos fajos de billetes y la que se puede leer en buena parte de los 159.975 euros que guardaba Díaz Ferrán en su domicilio los encontrados en el domicilio corresponde a un mismo autor.

El fiduciario de Ángel de Cabo, Jorge García Téllez, ha declarado ante el juez de la Operación Crucero Eloy Velasco que la “verdadera actividad” del conocido como “el liquidador” era la de buscar su lucro personal a base de convertirse en la persona a la que acuden los empresarios cuando se encuentran “completamente desesperados”. En el caso concreto de la compra-venta de Viajes Marsans a través de un pacto secreto con el ex presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán y su socio, el fallecido Gonzalo Pascual, Ángel de Cabo, les habría “engañado” prometiéndoles que tenía contacto con varios inversores dispuestos a inyectar el dinero necesario para sacar adelante la agencia de viajes y salir de la situación de insolvencia en que se encontraba.

Siguiendo esta “farsa” diseñada por De Cabo, se les hacía creer que estaban tratando de salvar la empresa, cuando lo cierto era que se estaba dejando “correr el tiempo” hasta que la situación fuera “insostenible” para ellos y le vendieran las matrices de Marsans.
Al adquirir las sociedades PARIHOL y HALDISAN, propietatias del capital social de sus empresas, De Cabo conseguía hacerse con “las joyas de la corona” de ambos socios ya que se adquirían Trapsatur, Trapsa y todas las empresas de transportes y gimnasios.

Según el testigo García Téllez, “en un primer momento”, Pascual fue reacio a cerrar el acuerdo porque parecía no fiarse de Ángel de Cabo y “no quiso estrechar su mano”, aunque más tarde, después de cerrado el acuerdo, fue De Cabo “quien no estrechó la mano de Gonzalo”.