Después de que Rubalcaba haya participado en 6 actos en una sola jornada, de los que la prensa sólo pudimos cubrir 4 porque no viajamos tan rápido como él (aún así 1200 kilómetros hicimos ayer), los periodistas empezamos a tomarnos esto como una gincana en la que, en el sitio más inesperado, podemos darnos de bruces con el candidato.
Imaginamos que por la noche vamos a llegar por fin al hotel y al abrir nuestra habitación, !zas!, ahí está el candidato. O que paramos en un área de servicio para comprar los periódicos y , !oh sorpresa!, allí nos está esperando el candidato. Bromeamos temiendo que nos adelanten, aún más, la hora de salida del hotel porque hay un bar justo enfrente !en el que prepara un mitin el candidato!
Así es una caravana electoral con las encuestas en contra, una carrera desesperada por arañar cada voto, con la esperanza de recortar algún punto y que la derrota no sea una hecatombe. Sí, he escrito "esperanza" porque aunque les cueste creerlo, incluso para Rubalcaba, con el tenebroso panorama que tiene por delante, la esperanza es lo único que se pierde.
Ahora hemos subido en el autobús y afortunadamente no está el candidato. Pero ayer sí se subió al autobús de la prensa, hizo 50 km con nosotros, desde Betanzos hasta Oroso, en A Coruña. Pero, créanme, estamos alerta porque en cualquier momento aparece y te da un mitin.
Sigan mi consejo, ojo, que en el momento más inesperado, llamarán a su puerta y será el candidato.