Si las meigas le hubieran soplado cómo iba a terminar lo de Vigo, probablemente no hubiera hecho tanto énfasis al inicio en que iba a ser el mitin más importante de su campaña. Los indignados habían hecho unos pinitos en la plaza de toros de Valencia pero supieron organizarse mejor en la tierra de Rajoy. Se les veía concertados para que las interrupciones parecieran constantes. En realidad no fueron más de cuatro.
El primer parón lo provocó un grito en contra de la dictadura de los mercados. Da la impresión de que el auditorio sólo oyó la palabra dictadura porque reaccionó al grito de libertad, libertad.
Cuanto más interrumpían los del 15M, más altos se oían los vítores, oa, oa, Rajoy a la Moncloa. Y Rajoy quiso continuar, no pasa nada, tengo treinta años de experiencia política, no pasa nada, vamos a ganar las elecciones el 20 de noviembre.
Mariano Rajoy llegó a pedir el voto a todos los que habían acudido al mitin y a los que quisieron boicotearlo, también. Toda una osadía para un orador a quien hace sólo trece días las interrupciones espontáneas y fuera de guión le provocaban un mirada entre el pánico y el cartón.
Hasta dio por hecho que alguno de ellos acabará cambiando y votándole a él, lo que proporciona una idea de la cintura con la que se desenvuelve el candidato Rajoy a estas alturas de la campaña.
Guapísimo
Otro ejemplo de la agilidad con la que se amolda ya a los espontáneos, lo propició una incondicional lanzándole un piropo digno de la Virgen de la Macarena: ¡Guapo! ¡Guapísimo!. A Rajoy le pareció una generosidad verdaderamente inaudita pero aceptó el cumplido porque para decirle lo contrario ya hay demasiados voluntarios.
Rajoy acabó su discurso en Vigo recitando un saco de sinónimos sobre sí mismo; le exclamó al público que está en forma, sereno, con ganas, que tiene coraje y determinación.
También contó que está equilibrado. Y uno se pregunta hasta qué punto le jugó una mala pasada el subconsciente traicionero y estaba pensando en los “desequilibrados” que le estaban reventando el mitin. O si él mismo había perdido algo el equilibrio con tanto trajín Porque algo sí pasaba en el mitin de Vigo.
Hubo nervios y algún rato de confusión. Como cuando a uno de los supuestos impostores que estaba siendo desalojado le preguntó una periodista y ¿tú? ¿a quién representas? Y él contestó o bien algo drogado o bien a la gallega, ¿puedo ir al baño?